CAPITULO 5
Él levantó las manos. — ¡Ella está con Justin!
Justin apareció en la esquina en un par de calzoncillos y bostezó. Él miró a su invitada, y luego le dio unas palmaditas en el espalda. —Mis invitados están aquí. Es mejor que te vayas.
Ella sonrió y echó los brazos alrededor de él, besando su cuello. —Voy a dejar mi número de teléfono en el mostrador.
—Eh… no te preocupes por eso. —dijo Justin en tono casual.
— ¿Qué? —Preguntó, inclinándose hacia atrás para mirarlo a los ojos.
— ¡Otra vez! —dijo Carolyn. Ella miró a la mujer—. ¿Cómo es que estás sorprendida por esto? ¡Él es Justin follador Bieber! Él es famoso por esto mismo, y aun así se sorprenden. —dijo, volviéndose a Christian. Él puso su brazo alrededor de ella, haciendo un gesto para que se calmara. La chica entrecerró los ojos hacia Justin y luego agarró su bolso y salió, cerrando la puerta detrás de ella. Justin caminó a la cocina y abrió la nevera como si nada hubiera pasado. Carolyn negó con la cabeza y caminó por el pasillo. Christian la siguió, balanceando su cuerpo para compensar el peso de la maleta mientras caminaba.
Me dejé caer sobre el sillón y suspiré, preguntándome si estaba loca por haber aceptado venir. No sabía que el apartamento de Christian era una puerta giratoria para chicas cabezas huecas. Justin estaba detrás de la barra de desayuno, cruzó sus brazos sobre su pecho y sonrió. — ¿Qué pasa, Pidge? ¿Día duro?
—No, estoy profundamente disgustada.
— ¿Conmigo? —Él estaba sonriendo. Debería haber sabido que él esperaba esta conversación. Eso sólo me hizo menos dispuesta a detenerme.
—Sí, contigo. ¿Cómo puedes usar a alguien así como así y tratarlas de esa manera?
— ¿Cómo la traté? Ella ofreció su número, yo me negué.
Mi boca se abrió ante su falta de remordimiento. — ¿Tendrás relaciones sexuales con ella, pero no tomarás su número?
Justin se inclinó sobre el mostrador con los codos. — ¿Por qué iba a querer su número si no la iba a llamar?
— ¿Por qué dormir con ella si no la vas a llamar?
—No prometo nada a nadie, Pidge. Ella no estipuló una relación antes de extender sus piernas en mi sofá.
Miré el sofá con repugnancia. —Ella es la hija de alguien, Justin. ¿Qué pasa si, en un futuro, alguien trata así a tu hija?
—Mi hija sabrá algo mejor que quitarse las bragas por un imbécil que acaba de conocer, vamos a decirlo de esa manera.
Me crucé de brazos, enfadada de que él tuviera razón. —Así que, además de admitir que eres un imbécil, estás diciendo que porque ella se acostó contigo, ¿ella merecía ser desechada como un gato callejero?
—Estoy diciendo que fui honesto con ella. Ella es un adulto, fue de mutuo acuerdo… ella estaba un poco ansiosa al respecto si quieres saber la verdad. Actúas como si he cometido un crimen.
—Ella no parecía entender tus intenciones, Justin.
—Las mujeres suelen justificar sus acciones con lo que sus cabezas les dicen. Ella no me dijo por adelantado que esperaba una relación más de lo que yo le dije que esperaba sexo sin compromiso. ¿Cómo es diferente?
—Eres un cerdo.
Justin se encogió de hombros. —Me han llamado peor.
Miré el sofá, los cojines todavía ladeados y amontonados por su uso reciente. Retrocedí ante la idea de cuántas mujeres se han ofrecido a sí mismas sobre esa tela.
—Creo que dormiré en el sillón reclinable. —me quejé.
— ¿Por qué?
Lo miré, furiosa por su expresión confusa.
— ¡No dormiré en esa cosa! ¡Dios sabe sobre lo que estaría acostándome!
Levantó mi equipaje del piso. —No dormirás en el sofá o en el sillón reclinable. Tú dormirás en mi cama.
—La que es más antihigiénica que el sofá, estoy segura.
—Nunca ha estado nadie en mi cama aparte de mí.
Justin apareció en la esquina en un par de calzoncillos y bostezó. Él miró a su invitada, y luego le dio unas palmaditas en el espalda. —Mis invitados están aquí. Es mejor que te vayas.
Ella sonrió y echó los brazos alrededor de él, besando su cuello. —Voy a dejar mi número de teléfono en el mostrador.
—Eh… no te preocupes por eso. —dijo Justin en tono casual.
— ¿Qué? —Preguntó, inclinándose hacia atrás para mirarlo a los ojos.
— ¡Otra vez! —dijo Carolyn. Ella miró a la mujer—. ¿Cómo es que estás sorprendida por esto? ¡Él es Justin follador Bieber! Él es famoso por esto mismo, y aun así se sorprenden. —dijo, volviéndose a Christian. Él puso su brazo alrededor de ella, haciendo un gesto para que se calmara. La chica entrecerró los ojos hacia Justin y luego agarró su bolso y salió, cerrando la puerta detrás de ella. Justin caminó a la cocina y abrió la nevera como si nada hubiera pasado. Carolyn negó con la cabeza y caminó por el pasillo. Christian la siguió, balanceando su cuerpo para compensar el peso de la maleta mientras caminaba.
Me dejé caer sobre el sillón y suspiré, preguntándome si estaba loca por haber aceptado venir. No sabía que el apartamento de Christian era una puerta giratoria para chicas cabezas huecas. Justin estaba detrás de la barra de desayuno, cruzó sus brazos sobre su pecho y sonrió. — ¿Qué pasa, Pidge? ¿Día duro?
—No, estoy profundamente disgustada.
— ¿Conmigo? —Él estaba sonriendo. Debería haber sabido que él esperaba esta conversación. Eso sólo me hizo menos dispuesta a detenerme.
—Sí, contigo. ¿Cómo puedes usar a alguien así como así y tratarlas de esa manera?
— ¿Cómo la traté? Ella ofreció su número, yo me negué.
Mi boca se abrió ante su falta de remordimiento. — ¿Tendrás relaciones sexuales con ella, pero no tomarás su número?
Justin se inclinó sobre el mostrador con los codos. — ¿Por qué iba a querer su número si no la iba a llamar?
— ¿Por qué dormir con ella si no la vas a llamar?
—No prometo nada a nadie, Pidge. Ella no estipuló una relación antes de extender sus piernas en mi sofá.
Miré el sofá con repugnancia. —Ella es la hija de alguien, Justin. ¿Qué pasa si, en un futuro, alguien trata así a tu hija?
—Mi hija sabrá algo mejor que quitarse las bragas por un imbécil que acaba de conocer, vamos a decirlo de esa manera.
Me crucé de brazos, enfadada de que él tuviera razón. —Así que, además de admitir que eres un imbécil, estás diciendo que porque ella se acostó contigo, ¿ella merecía ser desechada como un gato callejero?
—Estoy diciendo que fui honesto con ella. Ella es un adulto, fue de mutuo acuerdo… ella estaba un poco ansiosa al respecto si quieres saber la verdad. Actúas como si he cometido un crimen.
—Ella no parecía entender tus intenciones, Justin.
—Las mujeres suelen justificar sus acciones con lo que sus cabezas les dicen. Ella no me dijo por adelantado que esperaba una relación más de lo que yo le dije que esperaba sexo sin compromiso. ¿Cómo es diferente?
—Eres un cerdo.
Justin se encogió de hombros. —Me han llamado peor.
Miré el sofá, los cojines todavía ladeados y amontonados por su uso reciente. Retrocedí ante la idea de cuántas mujeres se han ofrecido a sí mismas sobre esa tela.
—Creo que dormiré en el sillón reclinable. —me quejé.
— ¿Por qué?
Lo miré, furiosa por su expresión confusa.
— ¡No dormiré en esa cosa! ¡Dios sabe sobre lo que estaría acostándome!
Levantó mi equipaje del piso. —No dormirás en el sofá o en el sillón reclinable. Tú dormirás en mi cama.
—La que es más antihigiénica que el sofá, estoy segura.
—Nunca ha estado nadie en mi cama aparte de mí.
— Nunca ha estado nadie en mi cama aparte de mí.
Puse los ojos en blanco. — ¡Dame un descanso!
— Hablo absolutamente en serio. Las bolseo en el sofá. No las dejo entrar a mi habitación.
— ¿Entonces por qué se me permite a mí en tu cama?
Una de las esquinas de su boca se levantó en una sonrisa traviesa.
— ¿Estás planeando tener sexo conmigo esta noche?
— ¡No!
— Por eso. Ahora levanta tu trasero malhumorado, toma tu ducha con agua caliente, y después podemos estudiar algo de Bio.
Lo miré por un momento y luego a regañadientes hice lo que él ordenó. Me quedé bajo la ducha por mucho tiempo, dejando que el agua lavara mis molestias. Masajeando el champú en mi pelo, suspiré por lo maravilloso que era tomar una ducha en un baño no comunitario una vez más—sin sandalias, sin neceser, sólo la mezcla relajante de agua y vapor.
La puerta se abrió y salté. — ¿Carly?
—No, soy yo. —dijo Justin.
Automáticamente envolví mis brazos sobre las partes que no quería que él viera. — ¿Qué estás haciendo aquí? ¡Fuera!
—Olvidaste una toalla y he traído tu ropa, cepillo de dientes y una crema extraña para el rostro que encontré en tu bolsa.
— ¿Buscaste entre mis cosas? —Grité. Él no respondió. En su lugar, oí girar el grifo y el sonido de un cepillo de dientes contra dientes.
Me asomé por la cortina de plástico, sosteniéndola contra mi pecho. — ¡Fuera, Justin!
Él me miró, con los labios cubiertos de espuma de pasta de dientes. —No puedo ir a la cama sin cepillarme los dientes.
—Si te acercas a un metro de la cortina, te sacaré los ojos mientras duermas.
—No voy a mirar, Pidge. —rió.
Esperé bajo el agua con los brazos bien envueltos sobre mi pecho. Él escupió, gorgoteó y escupió de nuevo, luego la puerta se cerró. Enjuagué el jabón de mi piel, me sequé tan rápido como me fue posible, y luego me puse la camiseta y shorts, colocándome mis gafas y cepillé un peine a través de mi cabello. La crema hidratante de noche que Justin había traído llamó mi atención, y no pude evitar sonreír. Él era atento y agradable cuando lo quería ser. Justin abrió la puerta otra vez. — ¡Vamos, Pidge! ¡Me estoy haciendo viejo!
Arrojé el peine en su dirección y él se agachó, cerrando la puerta y riéndose durante el camino a su habitación. Me lavé los dientes y arrastré mis pies por el pasillo, pasando el dormitorio de Shepley en el camino.
—Buenas noches, ____. —llamó Carolyn desde la oscuridad.
Dudé antes de golpear dos suaves golpes en la puerta de Justin.
—Entra, Pidge. No tienes que tocar.
Él abrió la puerta y entré, viendo su cama de hierro negro paralela a la línea de ventanas en el extremo de la habitación. Las paredes estaban desnudas a excepción de un solitario sombrero encima de la cabecera. Casi esperaba que su habitación estuviera cubierta de posters de mujeres semi desnudas, pero ni siquiera vi un anuncio para una marca de cerveza. Su cama era negra, su alfombra gris, todo lo demás en la habitación era blanco. Parecía como si acabara de mudarse.
—Bonita pijama. —dijo Justin, notando mi short a cuadros color amarillo y azul marino y mi camisa de Eastern. Se sentó en la cama y le dio unas palmaditas a la almohada a su lado — Bien, ven. No voy a morderte.
—No te tengo miedo. —le dije, acercándome a la cama y dejando el libro de biología junto a él—. ¿Tienes una pluma?
Él asintió con la cabeza hacia su mesa de noche. —Primer cajón.
Me estiré sobre la cama y abrí el cajón, encontrando tres bolígrafos, un lápiz, un tubo de jalea KY, y un tazón de cristal lleno de paquetes de diferentes marcas de condones. Asqueada, tomé una lapicera y cerré el cajón.
— ¿Qué? —Preguntó, dándole vuelta a una página del libro.
— ¿Robaste la clínica de salud?
—No. ¿Por qué?
Quité la tapa de la pluma, incapaz de mantener la expresión de asco fuera de mi rostro. —Tu suministro de preservativos para toda la vida.
—Más vale prevenir que lamentar, ¿no?
Puse los ojos en blanco. Justin regresó al libro, una irónica sonrisa apareció en sus labios. Él leyó las notas para mí, resaltando los puntos principales, mientras él me hacía preguntas y pacientemente explicaba lo que yo no entendía.
Puse los ojos en blanco. — ¡Dame un descanso!
— Hablo absolutamente en serio. Las bolseo en el sofá. No las dejo entrar a mi habitación.
— ¿Entonces por qué se me permite a mí en tu cama?
Una de las esquinas de su boca se levantó en una sonrisa traviesa.
— ¿Estás planeando tener sexo conmigo esta noche?
— ¡No!
— Por eso. Ahora levanta tu trasero malhumorado, toma tu ducha con agua caliente, y después podemos estudiar algo de Bio.
Lo miré por un momento y luego a regañadientes hice lo que él ordenó. Me quedé bajo la ducha por mucho tiempo, dejando que el agua lavara mis molestias. Masajeando el champú en mi pelo, suspiré por lo maravilloso que era tomar una ducha en un baño no comunitario una vez más—sin sandalias, sin neceser, sólo la mezcla relajante de agua y vapor.
La puerta se abrió y salté. — ¿Carly?
—No, soy yo. —dijo Justin.
Automáticamente envolví mis brazos sobre las partes que no quería que él viera. — ¿Qué estás haciendo aquí? ¡Fuera!
—Olvidaste una toalla y he traído tu ropa, cepillo de dientes y una crema extraña para el rostro que encontré en tu bolsa.
— ¿Buscaste entre mis cosas? —Grité. Él no respondió. En su lugar, oí girar el grifo y el sonido de un cepillo de dientes contra dientes.
Me asomé por la cortina de plástico, sosteniéndola contra mi pecho. — ¡Fuera, Justin!
Él me miró, con los labios cubiertos de espuma de pasta de dientes. —No puedo ir a la cama sin cepillarme los dientes.
—Si te acercas a un metro de la cortina, te sacaré los ojos mientras duermas.
—No voy a mirar, Pidge. —rió.
Esperé bajo el agua con los brazos bien envueltos sobre mi pecho. Él escupió, gorgoteó y escupió de nuevo, luego la puerta se cerró. Enjuagué el jabón de mi piel, me sequé tan rápido como me fue posible, y luego me puse la camiseta y shorts, colocándome mis gafas y cepillé un peine a través de mi cabello. La crema hidratante de noche que Justin había traído llamó mi atención, y no pude evitar sonreír. Él era atento y agradable cuando lo quería ser. Justin abrió la puerta otra vez. — ¡Vamos, Pidge! ¡Me estoy haciendo viejo!
Arrojé el peine en su dirección y él se agachó, cerrando la puerta y riéndose durante el camino a su habitación. Me lavé los dientes y arrastré mis pies por el pasillo, pasando el dormitorio de Shepley en el camino.
—Buenas noches, ____. —llamó Carolyn desde la oscuridad.
Dudé antes de golpear dos suaves golpes en la puerta de Justin.
—Entra, Pidge. No tienes que tocar.
Él abrió la puerta y entré, viendo su cama de hierro negro paralela a la línea de ventanas en el extremo de la habitación. Las paredes estaban desnudas a excepción de un solitario sombrero encima de la cabecera. Casi esperaba que su habitación estuviera cubierta de posters de mujeres semi desnudas, pero ni siquiera vi un anuncio para una marca de cerveza. Su cama era negra, su alfombra gris, todo lo demás en la habitación era blanco. Parecía como si acabara de mudarse.
—Bonita pijama. —dijo Justin, notando mi short a cuadros color amarillo y azul marino y mi camisa de Eastern. Se sentó en la cama y le dio unas palmaditas a la almohada a su lado — Bien, ven. No voy a morderte.
—No te tengo miedo. —le dije, acercándome a la cama y dejando el libro de biología junto a él—. ¿Tienes una pluma?
Él asintió con la cabeza hacia su mesa de noche. —Primer cajón.
Me estiré sobre la cama y abrí el cajón, encontrando tres bolígrafos, un lápiz, un tubo de jalea KY, y un tazón de cristal lleno de paquetes de diferentes marcas de condones. Asqueada, tomé una lapicera y cerré el cajón.
— ¿Qué? —Preguntó, dándole vuelta a una página del libro.
— ¿Robaste la clínica de salud?
—No. ¿Por qué?
Quité la tapa de la pluma, incapaz de mantener la expresión de asco fuera de mi rostro. —Tu suministro de preservativos para toda la vida.
—Más vale prevenir que lamentar, ¿no?
Puse los ojos en blanco. Justin regresó al libro, una irónica sonrisa apareció en sus labios. Él leyó las notas para mí, resaltando los puntos principales, mientras él me hacía preguntas y pacientemente explicaba lo que yo no entendía.
Después de una hora, me quité las gafas y froté los ojos. —Estoy muerta. No puedo memorizar una macromolécula más. Justin sonrió, cerrando el libro. —Muy bien.
Hice una pausa, sin estar segura sobre nuestros arreglos para dormir. Justin salió de la habitación y caminó por el pasillo, murmurando algo en la habitación de Christian antes de encender la ducha. Me envolví en la colcha y la tiré hasta mi cuello, escuchando el ruido agudo del agua corriendo a través de las tuberías. Diez minutos más tarde, el agua se cerró y el piso crujió bajo los pasos de Justin. Echó a andar por la habitación con una toalla alrededor de sus caderas. Intencionalmente me mantuve de espaldas a él mientras que él se paró frente a su tocador y dejó caer la toalla para ponerse un par de bóxers. Después de apagar la luz, se metió en la cama junto a mí.
— ¿Dormirás aquí también? —Pregunté, volviéndome para mirarlo. La luna llena fuera de la ventana oscureció su rostro.
—Bueno, sí. Esta es mi cama.
—Lo sé, pero… —Hice una pausa. Mis otras opciones eran el sofá o el sillón reclinable.
Justin sonrió y negó con la cabeza. — ¿Aún no confías en mí? Me comportaré mejor que bien, lo juro. —dijo, levantando los dedos que estaba segura los Boy Scouts de Estados Unidos nunca habían considerado usar. No discutí, simplemente me di vuelta y puse mi cabeza en la almohada, metiendo las sábanas detrás de mí para que hubiera una clara barrera entre su cuerpo y el mío.
—Buenas noches, Pigeon. —susurró en mi oído. Podía sentir su aliento a menta en mi mejilla, ocasionando que la piel se me pusiera de gallina. Gracias a Dios que estaba lo suficientemente oscuro para que no pudiera ver mi embarazosa reacción, o el rubor de mis mejillas.
Parecía que acaba de cerrar los ojos cuando escuché el reloj despertador. Estiré la mano para apagarlo, pero me sorprendí con horror cuando sentí piel cálida bajo mis dedos. Traté de recordar dónde estaba. Cuando la respuesta llegó, me mortificó el hecho que Justin pensara que lo había hecho a propósito.
— ¿Justin? La alarma —susurré. Él aún no se movía— ¡Justin! —Dije, dándole un codazo. Cuando todavía no se movía, me estiré a través de él, buscando a tientas en la penumbra hasta que sentí la parte superior del reloj. Sin saber cómo apagarlo, golpeé la cima del mismo hasta que pulsé el botón de dormitar, y luego caí sobre mi almohada nuevamente. Justin se echó a reír.
— ¿Estabas despierto?
— Te prometí que me portaría bien. No dije nada al respecto de permitirte acostarte sobre mí.
— No me acosté sobre ti —protesté— No podía alcanzar el reloj. Esa tiene que ser la alarma más molesta que he oído. Suena como un animal moribundo.
Estiró su mano y presionó un botón. — ¿Quieres desayuno?
Lo miré fijamente y luego sacudí la cabeza. —No tengo hambre.
—Bueno, yo sí. ¿Por qué no vienes conmigo a la cafetería que está cerca?
—No creo que pueda soportar tu falta de habilidad para conducir temprano por la mañana. —le dije. Levanté mis pies por el lado de la cama y los metí en mis pantuflas, arrastrándome a la puerta.
— ¿A dónde vas? —Preguntó.
— A vestirme e ir a clase. ¿Necesitas un itinerario mientras estoy aquí?
Justin se estiró y luego caminó hasta mí en sus bóxers. — ¿Siempre eres tan temperamental o ese malestar disminuirá una vez que creas que no estoy creando algún elaborado plan para meterme en tus pantalones? —Sus manos sujetaron mis hombros y sentí sus pulgares acariciar mi piel al unísono.
—No soy temperamental.
Se inclinó me susurró en mi oído. —No quiero acostarme contigo, Pidge. Te aprecio demasiado.
Pasó junto a mí para ir al baño, y que quedé allí, aturdida. Las palabras de Khloe se repetían en mi mente. Justin Bieber dormía con todas; no pude evitar sentirme deficiente al saber de qué él no tenía ganas de intentar dormir conmigo.
Hice una pausa, sin estar segura sobre nuestros arreglos para dormir. Justin salió de la habitación y caminó por el pasillo, murmurando algo en la habitación de Christian antes de encender la ducha. Me envolví en la colcha y la tiré hasta mi cuello, escuchando el ruido agudo del agua corriendo a través de las tuberías. Diez minutos más tarde, el agua se cerró y el piso crujió bajo los pasos de Justin. Echó a andar por la habitación con una toalla alrededor de sus caderas. Intencionalmente me mantuve de espaldas a él mientras que él se paró frente a su tocador y dejó caer la toalla para ponerse un par de bóxers. Después de apagar la luz, se metió en la cama junto a mí.
— ¿Dormirás aquí también? —Pregunté, volviéndome para mirarlo. La luna llena fuera de la ventana oscureció su rostro.
—Bueno, sí. Esta es mi cama.
—Lo sé, pero… —Hice una pausa. Mis otras opciones eran el sofá o el sillón reclinable.
Justin sonrió y negó con la cabeza. — ¿Aún no confías en mí? Me comportaré mejor que bien, lo juro. —dijo, levantando los dedos que estaba segura los Boy Scouts de Estados Unidos nunca habían considerado usar. No discutí, simplemente me di vuelta y puse mi cabeza en la almohada, metiendo las sábanas detrás de mí para que hubiera una clara barrera entre su cuerpo y el mío.
—Buenas noches, Pigeon. —susurró en mi oído. Podía sentir su aliento a menta en mi mejilla, ocasionando que la piel se me pusiera de gallina. Gracias a Dios que estaba lo suficientemente oscuro para que no pudiera ver mi embarazosa reacción, o el rubor de mis mejillas.
Parecía que acaba de cerrar los ojos cuando escuché el reloj despertador. Estiré la mano para apagarlo, pero me sorprendí con horror cuando sentí piel cálida bajo mis dedos. Traté de recordar dónde estaba. Cuando la respuesta llegó, me mortificó el hecho que Justin pensara que lo había hecho a propósito.
— ¿Justin? La alarma —susurré. Él aún no se movía— ¡Justin! —Dije, dándole un codazo. Cuando todavía no se movía, me estiré a través de él, buscando a tientas en la penumbra hasta que sentí la parte superior del reloj. Sin saber cómo apagarlo, golpeé la cima del mismo hasta que pulsé el botón de dormitar, y luego caí sobre mi almohada nuevamente. Justin se echó a reír.
— ¿Estabas despierto?
— Te prometí que me portaría bien. No dije nada al respecto de permitirte acostarte sobre mí.
— No me acosté sobre ti —protesté— No podía alcanzar el reloj. Esa tiene que ser la alarma más molesta que he oído. Suena como un animal moribundo.
Estiró su mano y presionó un botón. — ¿Quieres desayuno?
Lo miré fijamente y luego sacudí la cabeza. —No tengo hambre.
—Bueno, yo sí. ¿Por qué no vienes conmigo a la cafetería que está cerca?
—No creo que pueda soportar tu falta de habilidad para conducir temprano por la mañana. —le dije. Levanté mis pies por el lado de la cama y los metí en mis pantuflas, arrastrándome a la puerta.
— ¿A dónde vas? —Preguntó.
— A vestirme e ir a clase. ¿Necesitas un itinerario mientras estoy aquí?
Justin se estiró y luego caminó hasta mí en sus bóxers. — ¿Siempre eres tan temperamental o ese malestar disminuirá una vez que creas que no estoy creando algún elaborado plan para meterme en tus pantalones? —Sus manos sujetaron mis hombros y sentí sus pulgares acariciar mi piel al unísono.
—No soy temperamental.
Se inclinó me susurró en mi oído. —No quiero acostarme contigo, Pidge. Te aprecio demasiado.
Pasó junto a mí para ir al baño, y que quedé allí, aturdida. Las palabras de Khloe se repetían en mi mente. Justin Bieber dormía con todas; no pude evitar sentirme deficiente al saber de qué él no tenía ganas de intentar dormir conmigo.
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Bueno realmente no se con que cara aparecer aqui porque bueno hace como 5 meses que no publico. Como se daran cuenta eh cambiado el nombre de los personajes porque asi como que pegan mas con la vida de Justin no se si me entienden...
Shelpy: Christian
America: Carolyn
Ahora estoy de vacaciones asi que prometo terminar de subir para antes de febrero si?
Un besoo espero que les guste nos vemos emm el lunes capas?
Byeeee
LoVe... LoVe...
Me encanta *-* Cuanto tardas en subir? Tardas muchiiiiiiiisimo y eso no mola jo :(
ResponderEliminarje perdon prometo ponerme al dia :) mañana o pasado te subo el proximo vale?
EliminarOh dios te adoro me has hecho la chica más feliz del mundo! Ok no hahahaha Pero muchas has gracias por subir así de rápido y por cierto no dejes de subir en tú otra novela , la de Harry Styles que está super bien
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