jueves, 25 de julio de 2013

Capitulo 4 Cerdo - Parte ।

Cerdo  


Caras conocidas ocupaban los asientos de nuestra mesa del almuerzo favorita. América se sentó en un lado de mí, Finch en el otro, y el resto de los asientos fueron interceptados por Shepley y hermanos Sigma Tau. Era difícil de escuchar con el ruido dentro de la cafetería, y el aire acondicionado parecía estar descompuesto nuevamente. El aire estaba cargado con el olor de comida frita y piel sudorosa, pero de alguna manera todo mundo parecía tener más energía de lo habitual.
—Hola, Brasil —dijo Shepley, saludando al hombre que estaba sentado delante de mí. Su piel aceitunada y ojos color chocolate contrastaba con la gorra blanda del equipo de futbol de Eastern.
—Te perdí después del partido del sábado, Shep. Bebí una o seis cervezas en tu honor. —dijo con una amplia y blanca sonrisa.
—Te lo agradezco. Llevé a Mare a cenar. —dijo, inclinándose para besar la rubia cabellera de América.
—Estás sentado en mi silla, Brasil.
Brasil se volvió a ver a Justin parado detrás de él, y luego me miró a mí, sorprendido. —Oh, ¿es ella una de tus chicas, Justin?
—Absolutamente, no. —dije, sacudiendo la cabeza.
Brasil miró a Justin, quien lo miraba expectante.
Brasil se encogió de hombros y luego tomó su bandeja al final de la mesa.
Justin me sonrió mientras se acomodaba en el asiento. — ¿Qué hay de nuevo, Pidge?
— ¿Qué es eso? —Pregunté, incapaz de apartar mi mirada de su bandeja. La comida misteriosa en su plato parecía una exhibición de cera.
Justin se echó a reír y tomó un sorbo de su vaso de agua. —Las señoras de la cafetería me asustan. No criticaré sus habilidades culinarias.
No puede ignorar las miradas de los que estaban sentados en la mesa. El comportamiento de Justin despertaba su curiosidad, y reprimí una sonrisa al ser la única chica a la que habían visto insistir en sentarse cerca.
—Ugh… el examen de Bio es después del almuerzo, —se quejó América.
— ¿Has estudiado? —Le pregunté.
—Dios, no. Pasé toda la noche tranquilizando a mi novio de que no dormirías con Justin.
Los jugadores de fútbol sentados al final de la mesa detuvieron su desagradable risa para escuchar más de cerca, provocando a los demás estudiantes darse cuenta. Miré a América, pero ella no le importaba la culpa, empujando a Shepley con el hombro.
—Jesús, Shep. Lo pasas tan mal, ¿eh? —preguntó Justin, lanzando un paquete de salsa de tomate a su primo. Shepley no contestó, pero sonrió con diversión en dirección a Justin.
América frotó su espalda. —Él va a estar bien. Sólo le tomará un tiempo para creer que _______ es resistente a sus encantos.
—No he tratado de seducirla —resopló Justin, pareciendo ofendido—. Ella es mi amiga.
Miré a Shepley. —Te lo dije. No tienes nada de qué preocuparte.
Shepley finalmente me vio a los ojos, y al ver mi expresión sincera, sus ojos se iluminaron un poco.
— ¿Tú estudiaste? —me preguntó Justin.
Fruncí el ceño. —Ninguna cantidad de estudio me va a ayudar con la Biología. Es algo que no puedo entender del todo.
Justin se puso de pie. —Vamos.
— ¿Qué?
—Vamos a tomar tus notas. Voy a ayudarte a estudiar.
—Justin…
—Levanta tu trasero, Pidge. Vas a aprobar ese examen.
Tiré una de las largas trenzas rubias de América mientras pasaba. —Nos vemos en clase, Mare.
Ella sonrió. —Te voy a guardar un asiento. Necesitaré toda la ayuda que pueda conseguir.
Justin me siguió hasta mi habitación y saqué mi guía de estudio mientras él abrió el libro. Me interrogó sin descanso, y luego aclaró algunas cosas que no entendía. En la forma en que él explicaba, los conceptos pasaron de ser confusos a obvio.
—… Y las células somáticas usan mitosis para reproducirse. Eso es cuando tienes las fases. Suenan como una especie de nombre de mujer: Prometa Anatela.
Me eché a reír. — ¿Prometa Anatelo?
—Profase, Metafase, Anafase y Telofase.
—Prometa Anatelo, —repetí, asintiendo con la cabeza.
Golpeó mi cabeza con los papeles. —Lo tienes. Ahora sabes esta guía al derecho y al revés.
Suspiré. —Bueno… ya veremos.
—Te acompañaré a clase. Te cuestionaré en el camino.
Cerré la puerta detrás de nosotros. —No te enfadarás si repruebo el examen, ¿verdad?
—No reprobarás, Pidge. Tenemos que empezar antes del siguiente, sin embargo, —dijo, caminando junto a mí hacia el edificio de ciencia.
— ¿Cómo vas a darme clases particulares, hacer tu tarea, estudiar y entrenar para tus peleas?
Justin se echó a reír. —No entreno para mis peleas. Adam me llama, me dice dónde es la lucha y voy.
Sacudí mi cabeza con incredulidad mientras él sostenía el papel delante de él para hacer la primera pregunta. Estuvimos a punto de terminar una segunda ronda de la guía de estudio cuando llegamos a mi clase.
—Patea sus traseros —él sonrió y me entregó las notas apoyándose en el marco de la puerta.
—Hola, Justin.
Me volví para a un chico alto, algo desgarbado, sonreírle a Justin en su camino al salón de clases.
—Parker —Justin asintió con la cabeza.
Los ojos de Parker se iluminaron un poco cuando me miró, y él sonrió. —Hola, ________.
—Hola. —dije, sorprendida de que él supiera mi nombre. Lo había visto en clase, pero nunca había hablado con él.
Parker continuó a su asiento, bromeando con los que se sentaban junto a él. — ¿Quién es? —Le pregunté.
Justin se encogió de hombros, pero la piel alrededor de sus ojos parecía más tensa que antes. —Parker Hayes. Es uno de mis hermanos de Sig Tau.
— ¿Estás en una fraternidad? —Pregunté, dudosa.
—Sigma Tau, al igual que Shep. Pensé que ya lo sabías. —dijo, mirando más allá de mí a Parker.
Justin volvió su atención hacia mí y me sonrió. —Mi papá es un ex alumno, y todos mis hermanos son Sig Tau… es una cosa de familia.
— ¿Y ellos esperan que jures? —Le pregunté, escéptica.
—En realidad no. Sólo son chicos buenos —dijo, agitando mis papeles—. Es mejor que vayas a clase.
—Gracias por ayudarme —le dije, dándole un codazo. América pasó y la seguí a nuestros asientos.
— ¿Cómo te fue? —Preguntó ella.
Me encogí de hombros. —Es un buen tutor.
—Es un buen amigo, también.
Ella parecía decepcionada, y reí ante la expresión de su rostro.
Siempre había sido el sueño de América que ambas saliéramos con amigos en común, y chicos que fueran primos para ella era sacarse el premio mayor. Ella quería compartir la misma habitación cuando decidió venir conmigo a Eastern, pero veté su idea, con la esperanza de extender mis alas un poco. Una vez que terminó de hacer pucheros, se centró en la búsqueda de un amigo de Shepley al cual presentarme.
El sano interés de Justin hacia mí había superado sus expectativas.
Terminé rápidamente la prueba y me senté en las escaleras del edificio, esperando a América. Cuando ella se dejó caer a mi lado en derrota, esperé a que hablara.
— ¡Eso fue horrible! —Exclamó.
—Deberías de estudiar con nosotros. Justin lo explica muy bien.
América gimió y apoyó la cabeza en mi hombro.
— ¡Tú no fuiste ayuda en absoluto! ¿No podrías haberme dado un guiño de cortesía o algo así? —Enganché mi brazo alrededor de su cuello y caminé con ella hasta nuestro dormitorio.
Durante la siguiente semana, Justin me ayudó con mi trabajo de historia y me tuteó en Biología. Nos paramos juntos escaneando la lista de calificaciones fuera de la oficina del profesor Campbell. Mi número de estudiante estaba a tres puntos de la cima.
— ¡La tercera calificación más alta en el examen! ¡Bien hecho, Pidge! —Dijo, abrazándome. Sus ojos brillaban de emoción y orgullo, y un sentimiento extraño me hizo dar un paso atrás.
—Gracias, Justin. No podría haberlo hecho sin ti. —le dije, tirando de su camiseta.
Él me tiró sobre su hombro, abriéndose camino entre la multitud detrás de nosotros. — ¡Abran paso! ¡Muévanse, gente! ¡Vamos a darle paso a esta pobre mujer con un desfigurado, horrible y descomunal cerebro! ¡Ella es un jodido genio!
Me reí ante las expresiones divertidas y curiosas de mis compañeros de clase.
Como pasaban los días, nos vimos involucrados en los rumores sobre una relación. La reputación de Justin ayudó a calmar los chismes. Él nunca se había quedado con una chica más de una noche, así que cuantas más veces se nos veía junto, más gente entendía nuestra platónica relación por lo que era. A pesar de las constantes preguntas de nuestro compromiso, el flujo de atención que Justin recibía de sus compañeros no cedió.
Él siguió sentándose a mi lado en historia y comiendo conmigo en el almuerzo. No tomó mucho tiempo darme cuenta que me había equivocado sobre él, incluso mostrándome defensiva ante a los que no conocían a Justin como yo lo hacía.
En la cafetería, Justin puso una lata de jugo de naranja delante de mí.
—No tenías por qué haberlo hecho. Yo iba a tomar uno —dije, quitándome la chaqueta.
—Bueno, ahora no tienes que hacerlo. —dijo, mostrando el hoyuelo en la mejilla izquierda.
Brasil dio un resoplido. — ¿Ella te convirtió en mandilón, Justin? ¿Qué sigue después, abanicarla con una hoja de palmera, mientras usas un Speedo?
— ¡Tranquila, ______! ¡Estaba bromeando! —dijo Brasil, levantado sus manos.
—Sólo… no hables así de él. —le dije, frunciendo el ceño.
La expresión de Justin era una mezcla de sorpresa y gratitud. —Ahora sí que lo he visto todo. Acabo de ser defendido por una chica, —dijo, poniéndose de pie. Antes de irse con su bandeja, ofreció una mirada de advertencia a Brasil, y luego salió para reunirse junto a un pequeño grupo de fumadores fuera del edificio.
Traté de no mirarlo mientras reías y hablaba. Todas las chicas en el grupo sutilmente competían por el lugar al lado de él, América me golpeó con el codo en las costillas cuando se dio cuenta de que mi atención estaba en otra parte.
— ¿Qué ves, ________?
—Nada. No estoy mirando nada.
Apoyó la barbilla en la mano y sacudió la cabeza.
—Son tan obvias. Mira a la pelirroja. Ella ha pasado sus dedos por el pelo tantas veces como parpadea. Me pregunto si Justin se cansa de eso.
Shepley asintió con la cabeza. —Lo hace. Todo el mundo piensa que es un imbécil, pero si supieran la cantidad de paciencia que hace frente a todas las chicas que piensan que lo pueden domar… él no puede ir a ninguna parte sin ser molestado. Confía en mí; él es mucho más amable de lo que yo lo sería.
—Oh, como si no te gustaría. —dijo América, besando la mejilla de Shepley.
Justin estaba terminado su cigarrillo fuera de la cafetería cuando pasé. —Espera, Pidge. Te acompaño.
—No tienes que acompañarme a todas las clases, Justin. Sé cómo llegar por mí misma.
Justin fue fácilmente distraído por una chica con pelo largo y negro y una falda corta caminando mientras le sonrió. Él la siguió con la mirada y asintió con la cabeza en la dirección de la chica, arrojando su cigarrillo.
—Te veré más tarde, Pidge.
—Sí. —dije, poniendo los ojos en blanco mientras él trotaba hacia la chica.
El asiento de Justin permaneció vacío durante la clase, y me encontré a mí misma un poco enfadada con él por perder la clase por una chica a la que no conocía. El Profesor Chaney terminó la clase temprano, y me apresuré por el césped, consciente de que tenía que encontrarme con Finch a las tres para entregarle las notas de La Música de Sherri Cassidy. Miré mi reloj y apresuré el paso.
— ¿________?
Parker corrió por el césped hasta llegar a mi lado. —No creo que nos hemos conocido formalmente, —dijo, tendiéndome la mano—. Parker Hayes.
Tomé su mano y sonreí. —_________ Abernathy.
—Estaba detrás de ti cuando recibiste tu calificación de biología. Felicidades. —sonrió, metiendo las manos en los bolsillos.
—Gracias. Justin ayudó, o habría estado al final de la lista, créeme.
—Oh, ustedes son…
—Amigos.
Parker asintió y sonrió. — ¿Te dijo que hay una fiesta este fin de semana?
—Por lo general sólo hablamos de biología y comida.
Parker se echó a reír. —Eso suena como Justin.
En la puerta de Morgan Hall, Parker escaneó mi cara con sus grandes ojos verdes. —Deberías venir. Será divertido.
—Hablaré con América. No creo que tengamos ningún plan.
— ¿Son un paquete?
—Hemos hecho un pacto este verano. No asistiremos a ninguna fiesta sin la otra.
—Inteligente. —asintió con la cabeza en señal de aprobación.
—Ella conoció a Shep en la clase de orientación, por lo que en realidad no he tenido que estar junto a ella tanto. Esta será la primera vez que necesitaré preguntarle, estoy segura que estará feliz de venir. —Me regañé internamente. No sólo estaba balbuceando, sino que había hecho obvio que yo no era invitada a fiestas.
—Genial. Nos vemos allí. —dijo. Él mostró su perfecta sonrisa de modelo de Banana Republic con su mandíbula cuadrada y su piel naturalmente bronceada, caminando por el campus.
Lo vi alejarse; él era alto, limpio, con una camisa apretada de vestir a rayas y jeans. Su cabello ondulado y rubio oscuro rebotaba cuando caminaba.
Me mordí el labio, halagada por su invitación.
—Ahora, él es más tu tipo. —dijo Finch en mi oído.
—Él es lindo, ¿eh? —Le pregunté, sin poder dejar de sonreír.
—Diablos, sí, él es lindo… en la posición de misionero o algo así.
— ¡Finch! —Grité, golpeándolo en el hombro.
— ¿Obtuviste las notas de Sherri?
—Sí, —dije, sacándolas de mi bolso. Él encendió un cigarrillo, lo sostuvo entre los labios y miró hacia los papeles.
—Jodidamente brillante. —dijo, escaneando las páginas. Él las dobló y guardó en su bolsillo—. Lo bueno es que las calderas de Morgan no están funcionando. Necesitarás una ducha de agua fría después de recibir miradas lascivas por ese alto chico.
— ¿Los dormitorios no tienen agua caliente? —Gemí.
—Eso es lo que cuentan. —dijo Finch, deslizando su mochila sobre su hombro—. Me voy a Algebra. Dile a Mare que dije que no se olvide de mí este fin de semana.
—Yo le diré. —me quejé, mirando las paredes de ladrillo antiguo de nuestro dormitorio. Caminé a mi habitación, abrí la puerta y dejé caer mi mochila al suelo.
—No hay agua caliente. —murmuró Kara desde su lado del escritorio.
—He oído.
Mi celular sonó, lo abrí para encontrarme con un mensaje de América maldiciendo las calderas. Unos minutos después se oyó un golpe en la puerta.
América entró y se dejó caer sobre la cama, sus brazos cruzados. — ¿Pueden creer esta ****? ¿Cuánto no estamos pagando y ni siquiera podemos tomar una ducha con agua caliente?
Kara suspiró. —Deja de quejarte. ¿Por qué no te quedas con tu novio? ¿No has estado quedándote con él, de todos modos?
Los ojos de América se enfocaron en Kara. —Buena idea, Kara. El hecho de que seas una perra es útil a veces.
Kara mantuvo sus ojos en el monitor de su computadora, sin inmutarse por el golpe de América.
América sacó su teléfono celular y envió un mensaje de texto con una velocidad y precisión asombrosa. Su teléfono sonó, y ella me sonrió. —Nos vamos a quedar con Shep y Justin hasta que arreglen las calderas.
— ¿Qué? ¡No me quedaré! —Grité.
—Oh, sí que lo harás. No hay ninguna razón para que te quedes atrapada aquí, congelándote en la ducha cuando Justin y Shep tienen dos baños en su apartamento.
—No he sido invitada.
—Yo te estoy invitando. Shep ya dijo que estaba bien. Puedes dormir en el sofá… si es que Justin no lo está utilizando.
— ¿Y si lo está usando?
América se encogió de hombros. —Entonces puedes dormir en la cama de Justin.
— ¡De ninguna manera!
Ella puso los ojos en blanco. —No seas un bebé, _______. Ustedes son amigos, ¿verdad? Si él no ha intentado nada hasta ahora, no creo que lo hará.
Sus palabras hicieron que mi boca se cerrara. Justin había estado a mí alrededor en una u otra manera todas las noches durante semanas. Había estado tan ocupada asegurándome de que todos notaran que sólo éramos amigos, que no se me había ocurrido que él realmente sólo estaba interesado en nuestra amistad. No estaba segura por qué, pero me sentí insultada.
Kara nos miró con incredulidad. — ¿Justin Maddox no ha intentado dormir contigo?
—Somos amigos. —le dije en tono defensivo.
—Lo sé, pero él ni siquiera ha… ¿intentado? Él ha dormido con todo el mundo.
—Excepto nosotras. —dijo América, mirándola—. Y tú.
Kara se encogió de hombros. —Bueno, nunca lo he conocido. Sólo he oído rumores.
—Exactamente. —le espeté—. Ni siquiera lo conoces.
Kara regresó a su monitor, ajena a nuestra presencia.
Suspiré. —Muy bien, Mare. Tengo que hacer las maletas.
—Asegúrate de empacar por unos días, quién sabe cuánto tiempo llevará arreglar las calderas. —dijo, muy emocionada.
El temor se apoderó de mí como si estuviera a punto de entrar al territorio del enemigo. —Ugh… bien.
América saltó cuando me abrazó. — ¡Esto será tan divertido!
Media hora más tarde empacamos nuestras cosas en su Honda y nos dirigimos al apartamento. América muy apenas tomó una respiración entre sus divagaciones mientras conducía. Ella sonó la bocina cuando se estacionó frente al apartamento. Shepley corrió por las escaleras, y sacó nuestras maletas del maletero, siguiéndonos por las escaleras.
—Está abierto. —resopló.
América abrió la puerta y la mantuvo abierta. Shepley gruñó cuando puso nuestro equipaje en el suelo. — ¡Jesús, Bebé! ¡Tú maleta pesa nueve kilos más que la de ________!
América y yo nos quedamos inmóviles cuando una mujer salió del cuarto de baño, abotonándose la blusa.
—Hola. —dijo ella, sorprendida. Sus ojos llenos de rímel corrido nos examinaron antes de observar el equipaje. La reconocí como la morena de piernas largas que Justin había seguido de la cafetería.
América miró a Shepley.

Bueno señoritas aquí les  dejo este capitulito espero que les guste J  … Estas semanas que eh tenido de vacaciones no eh podido subir porque eh seguido enferma y el cable de internet lo tengo en el comedor y esta muy frio como para levantarse así que lo único que puedo usar es el celular:/ .. un besoo grande espero q estén bien


Iris: MM… nose emm ¿Qué edad tienes? ¿ en que país vives? Y cantantes y canciones favoritas =) gracias por pasarte iris un besooo grandote y cuidate =)

miércoles, 10 de julio de 2013

Capitulo 3 Bandera Roja – Parte ।।।

Capitulo 3
Bandera Roja – Parte  ।।।


Cuatro horas después, América llamó a mi puerta para ir a casa de Shepley y  Justin. Ella no se contuvo cuando salí al pasillo.
— ¡Qué asco, ________! ¡Pareces una vagabunda!
—Bien —dije, sonriendo a mi atuendo. Mi cabello estaba recogido encima de mi cabeza en un moño desordenado. Me había lavado el maquillaje de la cara y sustituí mis lentes de contacto por mis gafas con montura negra. Luciendo una andrajosa camiseta y pantalones de chándal, terminando con un par de chanclas. La idea se me había ocurrido horas antes, no ser atractiva era el mejor plan. Obviamente,  Justin estaría desanimado inmediatamente y detendría su ridícula persistencia. Si él estaba en busca de un amigo, entonces sería muy poca cosa para ser vista a su lado.
América bajó la ventanilla y escupió su goma de mascar.
—Eres tan obvia. ¿Por qué no rodaste en **** de perro para completar tu atuendo?
—No estoy tratando de impresionar a nadie —le dije.
—Obviamente.
Nos detuvimos en el estacionamiento del apartamento de Shepley y yo seguí a América a las escaleras. Shepley abrió la puerta, riendo cuando entré. — ¿Qué te pasó a ti?
—Está tratando de no impresionar —dijo América.
América siguió a Shepley a su habitación. La puerta se cerró y me quedé sola, sintiéndome fuera de lugar. Me senté en el sillón cercano a la puerta y me quité mis sandalias.
Su apartamento era más agradable que el típico apartamento de soltero. Los posters predecibles de mujeres medio desnudas y señales de tránsito estaban en las paredes, pero aparte de eso estaba limpio, los muebles eran nuevos y el olor a ropa sucia y de cerveza no estaba presente.
—Ya era hora de que llegaras —dijo  Justin, colapsando en el sofá.
Sonreí y empujé las gafas sobre el puente de mi nariz, esperando a que él prestara atención a mi apariencia. —América tenía un ensayo que terminar.
—Hablando de ensayos, ¿Ya has comenzado el de historia?
Él ni siquiera se inmutó por mi cabello desordenado y fruncí el ceño ante su reacción. — ¿Tú?
—Lo terminé esta tarde.
—Pero no se entregará hasta el próximo miércoles. —le dije, sorprendida.
—Sólo para borrarlo de la lista. ¿Qué tan difícil puede ser un ensayo de dos páginas sobre Grant?
—Me imagino que soy floja, entonces —me encogí de hombros—. Es probable que lo comience hasta este fin de semana.
—Bueno, si necesitas ayuda, házmelo saber.
Esperé a que se riera, o mostrara algún signo de que estaba bromeando, pero su expresión era sincera. Levanté una ceja. —Tú me vas a ayudar con mi ensayo.
—Tengo una A en esa clase —dijo un poco molesto ante mi incredulidad.
—Él tiene A en todas sus clases. Él es un jodido genio. Lo odio —dijo Shepley mientras entraba en la habitación de la mano de América.
Vi a  Justin con una expresión dudosa y sus cejas se levantaron. — ¿Qué? ¿No crees que un hombre cubierto de tatuajes y que intercambie golpes para ganarse la vida no pueda obtener buenas calificaciones? No estoy en la escuela porque no tenga nada mejor que hacer.
— ¿Por qué tienes que luchar, entonces? ¿Por qué no aplicas para becas? —Le pregunté.

—Ya lo hice. Se me concedió la mitad de mi matrícula. Pero hay libros, gastos, y tengo que obtener la otra mitad. Lo digo en serio, Pidge. Si necesitas ayuda con algo, sólo pregunta.
—No necesito tu ayuda. Soy capaz de escribir un ensayo. —Quería dejarlo en eso. Debí haberlo dejado en eso, pero lo nuevo que había revelado roía mi curiosidad—. ¿No puedes buscar otra cosa que hacer para ganarte la vida? Algo menos, no sé, ¿sádico?
 Justin se encogió de hombros. —Es una manera fácil de ganar dinero. No puedo ganar lo mismo trabajando en el centro comercial.
—Yo no diría que es fácil si tú estás recibiendo golpes en la cara.
— ¿Qué? ¿Estás preocupada por mí? —Me hizo un guiño. Hice una mueca y él rió entre dientes—. No soy golpeado con tanta frecuencia. Si tratan de golpearme, me muevo. No es tan difícil.
Me reí una vez más. —Actúas como si nadie más haya llegado a esa conclusión.
—No es solamente lanzar un golpe, recibirlo y contraatacar. Eso no va a ganar una pelea.
Puse los ojos en blanco. — ¿Quién eres tú… el Karate Kid? ¿Dónde aprendiste a luchar?
Shepley y América se miraron y luego sus ojos se posaron en el suelo. No me tomó mucho tiempo para reconocer que había dicho algo malo.
 Justin no parecía afectado. —Tuve un padre con problemas alcohólicos y mal temperamento y cuatro hermanos mayores que portaban el gen de ****ez.
—Oh. —Mis orejas ardían.
—No te avergüences, Pidge. Papá dejó de beber, los hermanos maduraron.
—No estoy avergonzada. —Jugueteé con las puntas sueltas de mi cabello y luego decidí soltarlo y arreglarlo en otro moño, tratando de ignorar el silencio incómodo.
—Me gusta tu aspecto al natural. Las chicas no vienen aquí así.
—Fui obligada a venir aquí. No se me ocurrió que debía impresionarte —le dije, enfadada de que mi plan hubiese fracasado.
Sonrió con su sonrisa infantil, divertida, la cual incremento mi ira, esperando a que cubriera mi inquietud. No sabía cómo la mayoría de las chicas se sentían a su alrededor, pero había visto su comportamiento. Estaba experimentando un desorientado y nauseo sentimiento en lugar de un sentimiento cálido de colegiala, y entre más él intentaba hacerme reír, más inestable me sentía.
—Ya estoy impresionado. Normalmente no tengo que rogar para que las chicas vengan a mi apartamento.
—Estoy segura. —le dije, haciendo una mueca de disgusto.
Él era tan seguro de sí mismo. No sólo estaba descaradamente consciente de su físico, él estaba acostumbrado a que las mujeres se le lanzaran por lo que él consideraba mi actitud fría como algo refrescante en lugar de un insulto. Tendría que cambiar de estrategia.
América apuntó el control remoto al televisor y la encendió. —Hay una buena película esta noche. ¿Alguien quiere saber dónde está Baby Jane?
 Justin se puso de pie. —Estaba a punto de ir a cenar. ¿Tienes hambre, Pidge?
—Ya comí —me encogí de hombros.
—No, no lo has hecho —dijo América, antes de darse cuenta de su error—. Oh… es cierto, se me olvidaba que tú tomaste una ¿pizza? Antes de irnos.
Hice una mueca ante su miserable intento de arreglar su metida de pata, y luego esperé la reacción de  Justin.
Él cruzó la habitación y abrió la puerta.
—Vamos. Tienes que tener hambre.
— ¿A dónde vamos?
—Dondequiera que tú desees. Podemos ir a una pizzería.
Miré a mi ropa. —Realmente no estoy vestida.
Él me observó por un momento y luego sonrió. —Te ves bien. Vamos, que estoy muriendo de hambre.
Me puse de pie y me despedí de América, pasando a  Justin para bajar las escaleras. Me detuve en el estacionamiento, mirando con horror como él se montó en una motocicleta de color negro.
—Uh… —No supe que decir, arrugando los dedos de mis pies expuestos.
Me lanzó una mirada impaciente. —Oh, sube. Iré lento.
— ¿Qué es eso? —pregunté, leyendo la escritura en el tanque de gas demasiado tarde.
—Es una Harley Night Rod. Ella es el amor de mi vida, así que no rayes la pintura cuando te subas.
— ¡Estoy usando sandalias!
 Justin se me quedó mirando como si hubiera hablado en un idioma extranjero. —Y yo llevo botas. Sube.

Se puso sus gafas de sol y el motor rugió cuando lo trajo a la vida. Me subí y busqué algo a que agarrarme, pero mis dedos se deslizaron del cuero a la cubierta de plástico de la luz trasera.
 Justin me agarró de las muñecas y las envolvió en torno a su cintura. —No hay nada de que aferrarte excepto de mí, Pidge. No me sueltes. —dijo, empujando la moto hacia atrás con los pies. Con un movimiento de su muñeca, salió a la calle, y se dirigió como un cohete. Los mechones de mi cabello que colgaban golpeaban contra mi cara, y me escondí detrás de  Justin, sabiendo que terminaría con bichos en mis gafas si miraba por encima de su hombro.
Él aceleró el acelerador cuando nos detuvimos en la entrada del restaurante, y una vez que estacionó, no perdí tiempo para volver a la seguridad del concreto.
— ¡Eres un loco!
 Justin se echó a reír, apoyando su motocicleta sobre el pie de apoyo antes de bajar. —Conduje al límite de velocidad.
— ¡Sí, si estuviéramos en la autopista! —dije, soltándome el moño para desenredar mi cabello con los dedos.
 Justin me vio retirar el pelo de mi rostro y luego se dirigió a la puerta, manteniéndola abierta. —No dejaría que nada te pasara, Pigeon.
Pasé junto a él para entrar al restaurante, mi cabeza aún no estaba en sintonía con mis pies. El aroma a grasa y condimentos llenaban el aire mientras lo seguía a través de la roja alfombra. Eligió una mesa en la esquina, lejos de los grupos de estudiantes y familias, y pidió dos cervezas. Escaneé la habitación, mirando a los padres persuadir a los niños a comer, y mirando a otro lado ante las miradas curiosas de los estudiantes de Eastern.
—Claro,  Justin —dijo la camarera, escribiendo nuestras bebidas. Ella parecía un poco drogada ante su presencia mientras regresaba a la cocina.
Acomodé mi cabello detrás de mis orejas, de repente avergonzada por mi apariencia. — ¿Vienes aquí a menudo? —Pregunté mordazmente.
 Justin se inclinó sobre la mesa con los codos, sus ojos color marrón fijos en los míos. —Así qué, ¿cuál es tu historia, Pidge? ¿Eres una odia-hombres en general o sólo me odias a mí?
—Creo que sólo a ti —me quejé.
Se echó a reír una vez más, divertido por mi estado de ánimo. —No puedo comprenderte. Tú eres la única chica que ha estado disgustada conmigo antes del sexo. No te pones nerviosa cuando hablas conmigo y no tratas de llamar mi atención.
—No es un truco. Simplemente no me caes bien.
—No estarías aquí si no te gustara.
Mi ceño involuntariamente se suavizó y suspiré. —No digo que eres una mala persona. Simplemente no me gusta ser un objetivo por el sólo hecho de tener una vagina. —Me concentré en los granos de sal en la mesa hasta que oí un sonido ahogado de la dirección de  Justin.
Sus ojos se agrandaron y se estremecía de la risa. — ¡Oh, Dios mío! ¡Me estás matando! Eso es. Hemos de ser amigos. No voy a aceptar un no por respuesta.
—No me importa ser amigos, pero eso no quiere decir que tratarás de meterte en mis bragas cada cinco segundos.
—No dormirás conmigo. Lo entiendo.
Traté de no sonreír, pero fallé.
Sus ojos se iluminaron. —Te doy mi palabra. Ni siquiera pensaré en tus bragas… a menos que quieras que lo haga.
Apoyé los codos sobre la mesa y me incliné en ellos.
—Y eso no sucederá, por lo que podemos ser amigos.
Una sonrisa traviesa apareció en su rostro mientras él se inclinaba un poco más cerca. —Nunca digas nunca.
—Entonces, ¿cuál es tu historia? —Le pregunté—. ¿Siempre has sido  Justin “Mad Dog” Maddox o sólo desde que llegaste aquí? —Utilicé dos dedos en cada mano como comillas cuando dije su apodo, y por primera vez su confianza se desvaneció. Él parecía un poco avergonzado.
—No. Adam comenzó eso después de mi primera pelea.
Sus respuestas cortas estaban comenzando a fastidiarme. — ¿Eso es todo? ¿No me dirás nada acerca de ti mismo?
— ¿Qué quieres saber?
—Las cosas normales. De dónde eres, lo que quieres ser cuando seas grande… cosas así.
—Soy de aquí, nací y crecí, y estoy matriculándome en justicia criminal.
Con un suspiro, desenrolló sus cubiertos y los enderezó junto a su plato. Él miró sobre su hombro, y noté su mandíbula tensarse un poco por los que nos rodeaban. Dos mesas ocupadas por el equipo de fútbol soccer de Eastern estalló en carcajadas, y  Justin parecía estar molesto por lo que se reían.
—Estás bromeando. —le dije con incredulidad.
—No, soy un local. —dijo él, distraído.
—Me refería sobre tu especialidad. No pareces ser el tipo de justicia criminal.

Sus cejas se juntaron, de pronto concentrado en nuestra conversación. — ¿Por qué?
Recorrí los tatuajes que cubrían su brazo. —Sólo voy a decir que pareces más criminal y menos justicia.
—No me meto en problemas… en su mayor parte. Papá era muy estricto.
— ¿Dónde estaba tu mamá?
—Ella murió cuando yo era niño, —dijo como sin nada.
—Yo… yo lo siento. —dije, sacudiendo la cabeza. Su respuesta me pilló con la guardia baja.
Rechazó mi simpatía. —No me acuerdo de ella. Mis hermanos lo hacen, pero yo sólo tenía tres años cuando murió.
—Cuatro hermanos, ¿eh? ¿Cómo logras mantenerlos en regla? —Me burlé.
—Los mantengo por quien golpea más fuerte, lo que también es de mayor a menor. Thomas, los gemelos… Taylor y Tyler, y Trenton. Nunca, nunca estés sola en un cuarto con Taylor y Ty. Aprendí la mitad de lo que hago en el Circulo de ellos. Trenton era el más pequeño, pero él es rápido. Él es el único que puede azotarme un golpe, ahora.
Negué con la cabeza, atónita ante la idea de cinco  Justin corriendo en un hogar. — ¿Todos tienen tatuajes?
—Más o menos. Excepto Thomas. Él es un ejecutivo de publicidad en California.
— ¿Y tu papá? ¿Dónde está?
—Por allí —dijo. Su mandíbula tensa nuevamente, cada vez más irritado con el equipo de fútbol.
— ¿De qué se están riendo? —Pregunté, señalando a la mesa ruidosa. Él negó con la cabeza, claramente sin querer compartir. Me crucé de brazos y me retorcí en mi asiento, nerviosa sobre lo que estaban diciendo que le causó tanto enfado. —Cuéntame.
—Se están riendo de mí por tener que llevarte a cenar, primero. No es por lo general… lo mío.
— ¿Primero? —Cuando la comprensión se posó en cara,  Justin hizo una mueca de dolor al ver mi expresión. Hablé antes de pensar—. Y yo que tenía miedo de que se estuvieran riendo de ti por ser visto conmigo así vestida, y ellos creen que voy a dormir contigo —me quejé.
— ¿Por qué no querría ser visto contigo?
— ¿De qué estábamos hablando? —Pregunté, tratando de evitar el sonrojo en mis mejillas.
—De ti. ¿Cuál es tu especialidad? —preguntó.
—Oh, eh… educación general, por el momento. Todavía estoy indecisa, pero me estoy inclinando hacia contabilidad.
—Tú no eres de aquí, sin embargo. Debes ser un trasplante.
—Wichita. Igual que América.
— ¿Cómo llegaste hasta aquí desde Kansas?
Cogí la etiqueta de la botella de cerveza. —Sólo teníamos que escapar.
— ¿De qué?
—Mis padres.
—Oh. ¿Qué hay sobre América? ¿Ella tiene problemas con sus padres, también?
—No, Mark y Pam son geniales. Ellos prácticamente me criaron. Ella sólo vino a lo largo; ella no quería que viniese sola.
 Justin asintió con la cabeza. —Así que, ¿por qué Eastern?
— ¿Qué pasa con el tercer grado? —Le dije. Las preguntas estaban dirigiéndose de una pequeña charla a lo personal, y estaba comenzando a sentirme incómoda.
Varias sillas entrechocaron cuando el equipo de fútbol abandonó sus asientos. Intercambiaron una última broma antes de serpentear hacia la puerta. Los que estaban en la parte trasera empujaron a los de adelante para escapar antes de que  Justin hiciera su camino a través de la habitación. Se sentó, obligando a la frustración y la ira a desvanecerse.
Levanté una ceja.
—Ibas a decir por qué elegiste Eastern —dijo.
—Es difícil de explicar, —le dije, encogiéndome de hombros—. Creo que sólo se sentía bien.
Él sonrió cuando abrió el menú. —Sé lo que quieres decir.

Hola señoritas J  como se an portado esta semana ¿ ¿ espero bien eehh ;) Yo por mi parte eh estado enferma desde el domingo L me duele todo encima tengo que estar en cama, no me quejo porque ya me eh leído 4 libros aunque no los disfrute del todo ya que 1- me colgaban los mocos xD 2- la Tos me mataba y 3- los tuve que leer en la Tablet porque no tengo dinero para comprarme libros y me tengo que conformar con PDF -.-
Espero que les guste este capitulo J Saben estoy comenzando a escribir de nuevo pero no novelas es decir son como relatos o historias cortas de CANCIONESJ  YEEEII.!! Ya termine una de “You belong with me” de Taylor para una chica y estoy haciendo una de “Apreciatte” de Nick Jonas para una amiga…

Les gustaría que les haga una? Solo tienen que pasarme la letra de la canción en español (si tiene video mejor) y el nombre de los personajes principales J lo demás queda para mi …
Avisenme en twitter cuando ya comentaron ------- @luluaguero15  -----porque hay veces que pasan 3 dias que no reviso el blog y bueno así tengo mas tiempo para hacerlo si?

Un besoo grandote linduritas nos vemos bye
LoVe… LoVe…

Naty:  Holaaaaaaa.!! Jaja si yo entre 2 horas después para ver como había quedado el capitulo y digo - ¿WTF ¿? Un comentario? Que raro.. y veo que eres tu y me alegre un monton jeje J un besooo grandote amiga .! segui pronto tu novela también ehh J Bye…


Iris:  Je espero que te haya gustado el capitulo corazón J Sabes ¡? tu siempre comentas y me eh dado cuenta de que de todas mis lectoras tus eres la unica de la q no se nada solo el nombre xD.. Así que si no es mucha molestia me contarias de ti?? J un besoooo grande Iris gracias por comentar ..Bye


martes, 2 de julio de 2013

Capitulo 2 - Bandera Roja parte ।।


Capitulo 2
Bandera Roja – Parte  ।।

América me siguió hasta mi habitación y luego se burló de mi compañera de cuarto, Kara. Inmediatamente me quité la chaqueta con sangre, arrojándola al cesto de ropa sucia.
—Asqueroso. ¿Dónde has estado? —preguntó Kara desde su cama.
Miré a América, quien se encogió de hombros. —Sangrado por la nariz. ¿Nunca has visto una de las hemorragias nasales de ________?
Kara acomodó sus gafas y sacudió la cabeza.
—Oh, lo harás. —Ella me guiñó un ojo y luego cerró la puerta detrás de ella. Menos de un minuto después, mi celular sonó. Por costumbre, América me enviaba un mensaje de texto después de haber dicho adiós.
Pasaré la noche con Shep, te veo mañana reina del cuadrilátero.

Miré a Kara, quien me veía como si mi nariz se desangraría en cualquier momento.
—Ella estaba bromeando —le dije.
Kara asintió con indiferencia y luego miró hacia el desorden de libros sobre su colcha.
—Creo que voy a tomar una ducha —le dije, agarrando una toalla y mi bolsa de baño.
—Alertaré a los medios de comunicación —bromeó Kara, manteniendo su cabeza hacia abajo.

Al día siguiente, Shepley y América se unieron a mí para el almuerzo. Tenía toda intención de sentarme sola, pero a medida que los estudiantes invadieron la cafetería, las sillas a mí alrededor estuvieron llenas por los hermanos de fraternidad de Shepley o los miembros del equipo de fútbol americano. Algunos de ellos estuvieron en la pelea, pero ninguno mencionó mi casi espectáculo en el cuadrilátero.
—Shep —dijo una voz.
Shepley asintió con la cabeza, y América y yo volteamos para ver a Justin tomar asiento al final de la mesa. Fue seguido por dos voluptuosas rubias usando camisetas Sigma Kappa. Una de ellas se sentó en el regazo de Justin y la otra se sentó junto él, acariciando su camisa.
—Creo que he vomitado un poco en mi boca —murmuró América.
La rubia en el regazo de Justin se volvió hacia América. —Te he oído, ****.
América tomó su rollo y lo arrojó al final de la mesa, rozando la cara de la chica. Antes de que la chica pudiera decir otra palabra, Justin dobló sus rodillas, enviándola al suelo.
— ¡Ay! —Chilló, mirando a Justin.
—América es mi amiga. Necesitas buscar otro regazo, Lex.
— ¡Justin! —Se quejó ella, poniéndose de pie.
Justin volvió su atención a su plato, ignorándola.
Ella miró a su hermana y resopló, después las dos se fueron de mano en mano.
Justin guiñó hacia América, como nada hubiese pasado, llevándose otro bocado a la boca. Fue entonces cuando me di cuenta de un pequeño corte en su ceja. Él intercambió miradas con Shepley y luego comenzó una conversación con uno de los chicos de fútbol frente a él.
Aunque los estudiantes en la mesa habían disminuido, América, Shepley y yo nos quedamos a hablar sobre nuestros planes de fin de semana. Justin se levantó para irse, pero se detuvo en nuestro extremo de la mesa.
— ¿Qué? —preguntó Shepley en voz alta, llevándose la mano a su oído.
Traté de ignorarlo lo mejor posible, pero cuando miré hacia arriba, Justin me estaba mirando.
—Ya la conoces, Justin. ¿La mejor amiga de América? Ella estaba con nosotros la otra noche —dijo Shepley.
Justin me sonrió en lo que supuse era su sonrisa encantadora. Él emanaba sexo y rebeldía con su pelo negro casi a rapa y brazos tatuados, y yo puse mis ojos en blanco en su intento de coquetearme.

— ¿Desde cuándo tienes una mejor amiga, Mare? —preguntó Justin.
—Desde tercer año de secundaria —respondió ella, apretando sus labios juntos mientras sonreía en mi dirección—. ¿No recuerdas, Justin? Tú arruinaste su suéter.
Justin sonrió. —Arruino una gran cantidad de suéteres.
—Asqueroso —murmuré.
Justin hizo girar la silla vacía a mi lado y se sentó, apoyando sus brazos delante de él. —Así que tú eres Pigeon, ¿eh?
—No —le espeté—. Tengo un nombre.
Parecía divertido por la manera en que contesté, lo que sólo sirvió para enfadarme más.
— ¿Y bien? ¿Cuál es? —Preguntó.
Di un mordisco por última vez a la manzana, haciendo caso omiso de él.
—Entonces es Pigeon —se encogió de hombros.
Miré a América y luego me volví hacia Justin. —Estoy tratando de comer.
Justin se preparó para el desafío que se le presentaba. —Mi nombre es Justin. Justin Maddox.
Puse los ojos en blanco. —Sé quién eres.
—Lo sabes, ¿eh? —dijo Justin, levantando la ceja herida.
—No te hagas ilusiones. Es difícil no darse cuenta cuando cincuenta borrachos están gritando tu nombre.
Justin se sentó un poco más derecho. —Eso me sucede con frecuencia. —Puse los ojos nuevamente en blanco y Justin se echó a reír—. ¿Tienes un tic o algo?
— ¿Un qué?
—Un tic. Tus ojos no dejan de moverse. —Se echó a reír otra vez cuando me miró—. De hecho, esos son unos ojos increíbles —dijo, inclinándose pocos centímetros hacia mi cara—. ¿Qué color son? ¿Grises?
Miré a mi plato, dejando que los largos mechones de mi cabello caramelo crearan una cortina entre nosotros. No me gustaba la forma en la que me hacía sentir cuando estaba tan cerca. No quería ser como las otras chicas en Eastern que se ruborizaban en su presencia. No quería que me afectara de esa manera para nada.
—Ni siquiera pienses en eso, Justin. Ella es como mi hermana —advirtió América.
—Bebé —dijo Shepley—. Acabaste de decirle que no. Ahora no parará.
—Tú no eres su tipo —continuó ella.
Justin fingió estar ofendido. — ¡Soy el tipo de todas!
Miré hacia él y sonreí.
— ¡Ah! Una sonrisa. No soy un podrido bastardo después de todo —guiñó un ojo—. Fue un placer conocerte, Pidge. —Caminó alrededor de la mesa y se inclinó al oído de América.
Shepley lanzó una papa frita a su primo. — ¡Quita los labios de la oreja de mi chica, Justin!
— ¡Me retiro! ¡Me retiro! —Justin mostró sus manos en un gesto inocente.
Unas chicas siguieron detrás de él, riendo y pasando sus dedos por su cabello para llamar su atención. Él abrió la puerta para ellas y casi gritaron de deleite.
América se echó a reír. —Oh, no. Estás en problemas, ______.
— ¿Qué te dijo? —pregunté, cuidadosamente.
—Él quiere que la lleves a casa, ¿verdad? —dijo Shepley. América asintió y él negó con su cabeza—. Eres una chica inteligente, _______. Te lo digo ahora, si caes en su juego y terminas enojada con él, no llegues a tomártelo en contra América y yo, ¿De acuerdo?
Sonreí. —No voy a caer en su juego, Shep. ¿A caso parezco a una de esas Barbie para ti?
—Ella no caerá en su juego —le aseguró América, tocando su brazo.
—Este no es mi primer rodeo, Mare. ¿Sabes cuántas veces ha jodido las cosas para mí, porque él duerme con la mejor amiga? ¡De pronto es un conflicto de intereses salir conmigo porque es fraternizar con el enemigo! Te lo digo, _______, —me miró—, no le digas a Mare que ella no puede salir conmigo porque caíste enamorada por los coqueteos de Justin. Considérate advertida.
—Innecesario, pero se te agradece, —le dije. Traté de asegurarle con una sonrisa, pero su pesimismo se veía impulsado por los actos de Justin.
América me saludó con su mano, yéndose con Shepley mientras yo caminaba a mi clase. Entrecerré los ojos ante el sol brillante, agarré las correas de mi mochila. Eastern era exactamente lo que esperaba; desde las pequeñas aulas hasta las caras desconocidas. Era un nuevo comienzo para mí; finalmente podía caminar a algún lugar sin los susurros de los que sabían—o creían saber—acerca de mi pasado. Yo era indistinguible como cualquier otra estudiante de primer año en su camino a clase; sin miradas, sin rumores, sin lastima o criterios. Sólo la ilusión de lo que yo quería que ellos vieran: vestida de cachemira, sin sentido alguno, ________ Abernathy.

Puse mi mochila en el suelo y me derrumbé en la silla, inclinándome para tomar mi portátil de mi bolso. Cuando me levanté para ponerla en mi escritorio, Justin se sentó en el escritorio siguiente.
—Bien. Así puedes tomar apuntes por mí—dijo. Mordía una pluma y me sonrió, sin duda su mejor sonrisa.
Le lancé una mirada de disgusto. —Ni siquiera estás en esta clase.
—Qué si no. Por lo general me siento allá —dijo, apuntando con la cabeza a la fila superior. Un pequeño grupo de chicas me estaban mirando y me di cuenta de una silla vacía en el centro.

—No tomaré notas por ti —le dije, encendiendo mi computadora.
Justin se inclinó tan cerca que podía sentir su aliento en mi mejilla. —Lo siento… ¿Te ofendí de alguna manera?
Suspiré y sacudí la cabeza.
—Entonces, ¿Cuál es tu problema?
Mantuve mi voz baja. —No me acostaré contigo. Debes darte por vencido ahora mismo.
Una sonrisa se formó en su rostro antes de hablar. —No te he preguntado si dormirías conmigo —sus ojos se dirigieron al techo en concentración—. ¿O sí?
—No soy una de esas Barbie o una de tus groupies allá arriba —le dije, mirando a las chicas detrás de nosotros—. No estoy impresionada por tus tatuajes, o tu encanto, o tu forzada indiferencia, por lo que puedes detener tu plan, ¿De acuerdo?
—Está bien, Pigeon. —Él era impermeable contra a mi rudeza—. ¿Por qué no vienes con América esta noche?
Reí ante su petición, pero él se acercó más. —No estoy tratando de aprovecharme. Sólo quiero pasar el rato.
— ¿Aprovecharme? ¿Cómo consigues tener sexo hablando de esa manera?
Justin se echó a reír, sacudiendo su cabeza. —Sólo ven. Ni siquiera coquetearé contigo, lo juro.
—Voy a pensarlo.
El Profesor Chaney entró y Justin se volvió al frente de la habitación. Una sonrisa permaneció en su rostro, haciendo el hoyuelo en su mejilla notorio. Entre más reía, más quería odiarlo, sin embargo era justo eso lo que hacía imposible odiarlo.

— ¿Quién me puede decir cuál presidente tenía una amante? —preguntó Chaney.
—Asegúrate de escribir eso —susurró Justin—. Necesitaré saber eso para las entrevistas de trabajo.
—Shh —le dije, escribiendo cada palabra de Chaney.
Justin sonrió y se relajó en su silla. Mientras la hora pasaba, él alternaba entre bostezar y apoyarse contra mi brazo para mirar el monitor. Hice un esfuerzo tremendo para ignorarlo, pero su proximidad y sus abultados músculos de su brazo lo hacían difícil. Jugó con la pulsera de cuero negro alrededor de su muñeca hasta que Chaney terminó la clase.
Me apresuré hacia la puerta y el pasillo. Justo cuando me sentía a una distancia segura, Justin Maddox estaba a mi lado.
— ¿Has pensado en ello? —preguntó, colocándose sus gafas de sol.
Una pequeña morena se puso delante de nosotros, con los ojos abiertos de esperanza. —Hola, Justin —dijo, jugando con su pelo.
Me detuve, retrocediendo por su tono de voz dulce y luego caminé a su alrededor. La había visto antes, hablando normalmente en el área de los dormitorios de las chicas, Morgan Hall. Su tono de voz sonaba más maduro y me pregunté por qué ella creía que Justin encontraría su tono de niña atractivo. Ella balbuceó en una octava más alta por un tiempo más hasta que él estaba nuevamente a mi lado.
Sacando un encendedor de su bolsillo, él encendió un cigarrillo y exhaló una nube espesa de humo. — ¿En dónde estaba? Ah, sí… tú estabas pensando.
Hice una mueca. — ¿De qué estás hablando?
— ¿Has pensando en venir?
—Si digo que sí, ¿Dejarás de seguirme?
Consideró mi estipulación y luego asintió. —Sí.
—Entonces iré.
— ¿Cuándo?
Suspiré. —Esta noche. Iré esta noche.
Justin sonrió y se detuvo en seco —Genial. Te veré después, Pidge —gritó detrás de mí.
Doblé la esquina para ver a América junto a Finch fuera de mi dormitorio. Nosotros tres terminamos en la misma mesa en clase de orientación para primer año, y supe que él sería la tercera rueda a nuestra bien engrasada máquina. Él no era excesivamente alto, pero aun así mucho más que mi metro con sesenta y cuatro centímetros. Sus ojos redondos compensaban sus rasgos delgados y finos, y su pelo teñido por lo general era estilizado por la parte delantera.
— ¿Justin Maddox? Jesús, ________, ¿Desde cuándo comenzaste a pescar en la parte profunda? —dijo Finch, con desaprobación en sus ojos.
América sacó el chicle de su boca en una larga cuerda. —Sólo lo estás empeorando por ignorarlo. Él no está acostumbrado a eso.
— ¿Qué sugieres que haga? ¿Dormir con él?
América se encogió de hombros. —Te ahorrará tiempo.
—Le dije que iría esta noche.
Finch y América intercambiaron miradas.
— ¿Qué? Él prometió dejarme de molestar si decía que sí. Tú irás esta noche, ¿verdad?
—Bueno, sí —dijo América—. ¿En verdad vendrás?
Sonreí y pasé junto a ellos hacia el dormitorio, preguntándome si Justin podría cumplir su promesa de no coquetear. Él no era difícil de descifrar; o él me veía como un reto, o lo suficientemente un atractiva para ser una buena amiga. No estaba segura cuál me molestaba más.

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Hola .! como estan? espero que super bien :) A QUE NO SABEN.!! CONSEGUI  LAS ENTRADAS PARA SHAAAASTEMM.!!! YEEAAHH Fila 70 asiento 14 :) el lo mejor que pude conseguir por internt :) no me importa mucho la distancia - igual muuy lejos no estoy- lo importante es que pude conseguirlas :)
Ustedes? que me cuentan de lindo? 
Un beso sexys espero que comenten Bye

Iris Grau : Oww que lindo que te guste :D espero que este te guste mas :) besooo

Natalia Gonzalez : Que bueno que te guste : ) Gracias por leerla .. otra vez xD yo generalmente me leo los libros y luego las adaptaciones y no es lo mismo son dos cosas muy distintas pero ojo son geniales ambas :D 
Un places es ser una de sus lectoras señorita :) y si la demas voy a ver cuando la voy a poder seguir ahora con el cole se me complica un poco pero voy a tratar de seguirla Un besooo grande Naty y me alegra que estes de vuelta :) Byeee