sábado, 28 de diciembre de 2013

Capitulo 7




—Estoy hablando, Justin—dije, empujándolo. Su camisa estaba húmeda del circo en la pista de baile y yo hice un espectáculo limpiando mi mano en mi falda.
Justin hizo una cara. — ¿Ni siquiera conoces a este chico?
—Este es Ethan. —dije, enviándole a mi nuevo amigo la mejor sonrisa coqueta que pude hacer.
Él me giñó un ojo y luego miró Justin, extendiéndole su mano. —Un placer en conocerte.
Justin me dio una mirada gélida y yo suspiré. —Ethan, este es Justin. —murmuré.
—Justin Bieber —dijo, mirando fijamente la mano de Ethan como si quisiera arrancarla.
Los ojos de Ethan se ampliaron y él retiró torpemente su mano. — ¿Justin Bieber? ¿Justin Bieber de Eastern?
Descansé mi mejilla en mi puño, temiendo por el inevitable intercambió de historias, llenas de testosterona, que pronto ocurriría. Justin estiró su brazo detrás de mí, sujetando la barra.
—Sí, ¿Qué con eso?
—Te vi luchar contra Shawn Jenks el año pasado, hombre. ¡Pensé que iba a presenciar la muerte de alguien!
Justin lo miró con ira. — ¿Quieres verlo otra vez?
Ethan rió una vez, sus ojos pasaron entre nosotros. Cuando se dio cuenta de que Justin hablaba en serio, sonrió disculpándose y se fue. — ¿Estás lista, ahora? —preguntó bruscamente.
—Eres un completo idiota, ¿Sabes?
—Me han llamado peor. —dijo ayudándome a levantarme.

Seguimos a Carolyn y a Christian al coche y cuando Justin intentó agarrar mi mano para dirigirme a través del estacionamiento, la tiré lejos de un jalón. Él se dio la vuelta para encarame y yo me detuve de pronto, inclinándome hacia atrás cuando él estuvo a pocos centímetros de mi cara.
— ¡Debería simplemente besarte y superarlo! —gritó—. ¡Estás siendo ridícula! Besé tu cuello, ¿Y qué?
Pude oler la cerveza y los cigarrillos en su aliento y lo empujé. —No soy una amiga para fornicar, Justin.
Él sacudió su cabeza en incredulidad. — ¡Nunca dije que lo fueras! ¡Estás conmigo las veinticuatro horas del día, duermes en mi cama, pero la mitad del tiempo actúas como si no quisieras que te vieran conmigo!
— ¡Vine aquí contigo!
—Nunca te he tratado con algo más que respeto, Pidge.
Me quedé quieta. —No, sólo me tratas como tú propiedad. ¡No tenías derecho a ahuyentar a Ethan así!
— ¿Sabes quién es Ethan? —preguntó. Cuando sacudí mi cabeza, él se inclinó más cerca— Yo sí. Fue arrestado el año pasado por agresión sexual, pero los cargos fueron retirados.
Crucé mis brazos. —Oh, ¿Así que tienen algo en común?
Los ojos de Justin se redujeron y los músculos de su mandíbula se estremecieron bajo su piel. — ¿Me estás llamando violador? —dijo en un tono frío y bajo.
Apreté mis labios juntos, incluso más enojada porque tenía razón. Lo había llevado demasiado lejos. —No, ¡Yo sólo estoy molesta contigo!
—He estado bebiendo, ¿De acuerdo? Tu piel estaba a tres centímetros de mi cara, eres hermosa y hueles malditamente increíble cuando sudas. ¡Te besé! ¡Lo siento! ¡Supéralo!
Su excusa hizo que las comisuras de mi boca se elevaran. — ¿Crees que soy hermosa?
Él frunció el ceño con disgusto. —Eres guapísima y lo sabes. ¿Por qué estás sonriendo?
Traté de sofocar mi diversión en vano. —Nada. Vámonos.
Justin rió una vez y sacudió la cabeza. — ¿Que…? ¿Tú…? ¡Tú eres un grano en el trasero! —Gritó, dándome una mirada asesina. No podía dejar de sonreír, y tras unos segundos, la boca de Justin curvó. Él sacudió su cabeza una vez más y entonces pasó su brazo alrededor de mi cuello— Me estás volviendo loco. ¿Sabías?

En el apartamento, todos entramos tropezándonos por la puerta. Fui directamente al baño, a lavarme el humo del cabello. Cuando salí de la ducha, vi que Justin me había traído una de sus camisetas y un par de sus bóxers para cambiarme. La camiseta me engulló y los bóxers desaparecieron bajo la camisa. Me aventé a la cama y suspiré, todavía sonriendo por lo que me había dicho en el estacionamiento. Justin me miró fijamente por un momento y sentí una punzada en mi pecho. Tuve unas ganas casi ansiosas de agarrar su rostro y estampar mi boca sobre la suya, pero luché contra el alcohol y las hormonas que corrían a través de mi sangre.
—Buenas noches, Pidge —susurró, girándose.
Me moví nerviosamente, aún no estaba lista para irme a dormir. — ¿Justin? —dije, inclinándose hasta descansar mi mentón en su hombro.
— ¿Sí?
—Sé que estoy borracha y acabamos de tener una enorme pelea sobre esto, pero…
—No voy a tener sexo contigo, así que deja de preguntar —dijo, aun dándome la espalda.
— ¿Qué? ¡No! —Chillé.
Justin se rió y se giró, mirándome con una expresión suave. — ¿Qué, Pigeon?
Suspiré. —Esto… —dije, recostando mi cabeza sobre su pecho y pasando mis brazos a través de su cintura, acurrucándome contra él lo más que me fue posible.
Él se puso tenso y levantó sus manos, como si no supiera cómo reaccionar. —Estás borracha.
—Lo sé. —dije, demasiado intoxicada para estar avergonzada.
Él relajó una mano contra mi espalda y la otra sobre mi cabello mojado y luego presionó sus labios en mi frente. —Eres la mujer más confusa que he conocido.
—Es lo menos que puedes hacer después de asustar al único chico que se me acercó esta noche.
— ¿Te refieres a Ethan el violador? Sí, te debo una por eso.
—No importa. —dije, sintiendo el comienzo de un rechazo venir.
Agarró mi brazo y lo sostuvo en su estómago para evitar que me alejara. —No, lo digo en serio. Tienes que ser más cuidadosa. Si no estuviera ahí… Ni siquiera quiero pensar en ello. ¿Y ahora esperas que me disculpe por ahuyentarlo?
—No quiero que te disculpes. Ni siquiera es por eso.
—Entonces, ¿Por qué es? —preguntó, buscando en mis ojos algo. Su rostro estaba a pocos centímetros del mío y pude sentir su aliento en mi boca.
Fruncí el ceño. —Estoy borracha, Justin. Es la única excusa que tengo.
— ¿Quieres que te abrace hasta que te quedes dormida?
No contesté.
Él giró para mirarme directamente a los ojos. —Debería decir que no para probar un punto. —dijo, sus cejas se juntaron— Pero me odiaría a mí mismo más tarde si digo que no y nunca me preguntas otra vez.
Recosté mi mejilla contra su pecho, y sus brazos me apretaron, suspirando. —No necesitas una excusa, Pigeon. Todo lo que tienes que hacer es pedirlo.

Me estremecí, debido a la luz del sol, que pasaba través de la ventana y la alarma sonando en mi oído. Justin aún estaba dormido, rodeándome con sus brazos y sus piernas. Maniobré un brazo libre para alcanzar el botón de dormitar. Pasé mis manos por mi cara, volteé a verlo, durmiendo sonoramente a dos centímetros de mi cara.
—Oh, Dios mío. —susurré, preguntándome cómo habíamos conseguido estar tan enredados. Tomé una respiración profunda y la contuve, mientras trabajaba en librarme de sus garras.
—Detente, Pidge, estoy dormido. 
—Balbuceó, apretándome contra él. 

Después de varios intentos, finalmente me deshice de su agarre y me senté al borde de la cama, mirando hacia su cuerpo medio desnudo envuelto entre las cobijas. Lo observé por un momento y suspiré. Las líneas se estaban haciendo borrosas y era mi culpa. Su mano se deslizó a través de las sabanas y tocó mis dedos. — ¿Qué pasa, Pigeon? —dijo, apenas abriendo los ojos.
—Voy por un vaso de agua, ¿Quieres algo?
Justin sacudió su cabeza y cerró los ojos, aplastando su mejilla contra el colchón.

—Buenos días, _____. —dijo Christian desde el sillón reclinable cuando di vuelta en la esquina.
— ¿Dónde está Carly?
—Todavía durmiendo. ¿Qué haces despierta tan temprano? —preguntó, mirando el reloj.
—Sonó la alarma, pero siempre me despierto temprano después que bebo. Es una maldición.
—Yo también. —asintió.
—Será mejor que levantes a Carly. Tenemos clase en una hora —dije, abriendo el grifo e inclinándome para tomar un sorbo.
Christian asintió. —Sólo iba a dejar que durmiera.
Sacudí mi cabeza. —No lo hagas. Ella se molestara mucho si no asiste.
—Oh —dijo, poniéndose de pie— Creo que será mejor despertarla, entonces. —Dio la vuelta—. ¿Oye, ____?
— ¿Sí?
—No sé qué está pasando contigo y Justin, pero sé que él va a hacer algo estúpido para molestarte. Es un tic que tiene. Él no se encariña con alguien muy a menudo y por el motivo que sea a ti te lo está permitiendo. Pero tienes que pasar por alto sus demonios. Es la única manera que él lo sabrá.
— ¿Sabrá qué? —Le pregunté, elevando una ceja ante su discurso melodramático.
—Si vas subir por la pared. —respondió simplemente.
Sacudí a mi cabeza y reí. —Lo que tú digas, Chris.
Christian se encogió de hombros y luego desapareció en su dormitorio. Escuché murmullos suaves, un gemido de protesta y, a continuación, la dulce risa de Carolyn. Removí la avena en mi plato y apreté el jarabe de chocolate mientras lo revolvía.
—Eso es asqueroso, Pidge —dijo Justin, vistiendo sólo un par de bóxers verdes. Frotó sus ojos y sacó una caja de cereales del gabinete.
—Buenos días, también para ti —dije, cerrando la tapa de la botella.
—He oído que se aproxima tu cumpleaños. Lo último de tu adolescencia —sonrió, sus estaban ojos rojos e hinchados.
—Sí… No soy una gran persona de cumpleaños. Creo que Carly me llevara a cenar o algo. —Sonreí— Puedes venir si quieres.
—Está bien —se encogió de hombros— ¿Es de este domingo en ocho?
—Sí.
— Okay. Vas a llegar tarde. Mejor vístete.
—Viajo con Carly.
Podría decir que él estaba actuando intencionalmente calmado cuando se encogió de hombros. —Como sea. —dijo, dándome la espalda para terminar su cereal.

—Definitivamente él está mirándote. —susurró Carolyn, inclinándose para echar un vistazo por el salón.
—Deja de mirar, tonta, él va a verte.
Carolyn sonrió y saludó. —Ya me vio. Aún está mirando.
Dudé por un momento y luego finalmente junté el suficiente valor para voltear en su dirección. Drake tenía su mirada fija en mí, sonriendo. Le regresé la sonrisa y entonces fingí escribir algo en mi laptop.
— ¿Aun está mirando? —Murmuré.
—Sí. —ella rió.
Después de clase, Drake me detuvo en el pasillo. —No te olvides de la fiesta este fin de semana.
—No lo haré. —dije, intentando no pestañear mucho o hacer alguna otra cosa más ridícula.

Carolyn y yo caminamos hacia la cafetería, sobre el césped, para encontrarnos con Justin y con Christian para el almuerzo. Ella todavía se estaba riendo acerca del comportamiento de Drake cuando se acercaron Christian y Justin.
—Hola, bebé. —dijo Carolyn, besando a su novio, públicamente, en la boca.
— ¿Qué es tan gracioso? —preguntó Christian.
—Oh, un chico en clase se le quedó mirando a ____ durante toda la hora. Fue adorable.
—Siempre y cuando él estaba mirando a ____. —Christian guiñó un ojo.
— ¿Quién era? —Justin hizo una mueca.
Ajusté mi mochila, provocando que Justin la deslizara fuera de mis brazos y la sostuviera. Sacudí mi cabeza. —Carly está imaginando cosas.
— ¡____! ¡Gran y gorda mentirosa! Era Drake Harris, y él estaba siendo tan obvio. El chico prácticamente estaba babeando.
La expresión de Justin se transformó en disgusto. — ¿Drake Harris?
Christian tiró de la mano de Carolyn. —Vamos a almorzar. ¿Disfrutarás de la fina cocina de la cafetería esta tarde?
Ella lo besó de nuevo en respuesta y Justin y yo los seguimos. Me senté con mi bandeja entre Carolyn y Brody, pero Justin no se sentó en su asiento normal frente a mí. En vez de eso, se sentó en un lugar más allá. Fue entonces que me di cuenta que él no había dicho mucho mientras caminábamos a la cafetería.
— ¿Estás bien, Justin? —Le pregunté.
— ¿Yo? Bien, ¿Por qué? —dijo, suavizado las facciones de su rostro.
—Es sólo que has estado callado.
Varios miembros del equipo de fútbol se acercaron a la mesa y se sentaron, riendo ruidosamente. Justin parecía un poco molesto mientras removía la comida en su plato. Lucas Jenks arrojó una papa francesa al plato de el.
— ¿Qué hay de nuevo Justin? Escuché que te tiraste a Tina Martin. Ella está barriendo tu nombre por el barro el día de hoy.
—Cállate, Jenks. —dijo Justin, manteniendo los ojos en su comida.
Me incliné hacia adelante para que el fornido gigante sentado frente a Justin pudiera experimentar toda la fuerza de mis reflejos. —Déjalo, Lucas.
Los ojos de Justin se clavaron en los míos —Puedo defenderme a mí mismo, ____.
—Lo siento, yo…
—No quiero que lo sientas. No quiero que hagas nada. —dijo bruscamente, empujándose fuera de la mesa, y salió muy furioso por la puerta. Brody me miró con las cejas elevadas. — ¡Whoa! ¿Por qué fue todo eso?
Inserté un Tater Tot en mi tenedor, y sin aliento dije —No lo sé.
Christian acarició mi espalda. —No es nada que tú hayas hecho, ____.
—Sólo que a él le están sucediendo cosas en este momento. —añadió Carolyn.
— ¿Qué tipo de cosas? —Pregunté. Christian se encogió de hombros y centró su atención en su plato.
—Ya deberías saber que se requiere de paciencia y una actitud indulgente para ser amigo de Justin. Él es su propio universo.

Sacudí mi cabeza. —Ese es el Justin que todos los demás ven… no él Justin que yo conozco.
Christian se inclinó hacia adelante. —No hay ninguna diferencia. Sólo tienes que seguir la corriente.
Después de clase me fui con Carolyn al apartamento, para descubrir que la motocicleta de Justin no estaba. Fui a su habitación y me enrosqué en una bola en su cama, descansando mi cabeza sobre mi brazo. Justin estaba bien esta mañana. Por más tiempo que habíamos pasado juntos, yo no podía creer que no hubiera visto que algo lo había estado molestando. No sólo eso, me preocupaba que Carolyn parecía saber lo que estaba sucediendo y yo no. Mi respiración se normalizó y mis ojos se volvieron pesados; no mucho después me quedé dormida. Cuando mis ojos se abrieron nuevamente, el cielo nocturno había oscurecido la ventana.

El sonido amortiguado de unas voces se filtraba por el pasillo de la sala, incluyendo el tono profundo de Justin. Me deslicé por el pasillo y luego me congelé cuando escuché mi nombre.
—____ lo entiende, Justin. No te tortures. —dijo Christian.
—Ya van a ir a la fiesta. ¿Dónde está el daño en invitarla a salir? —preguntó Carolyn.
Me quedé quieta, esperando su respuesta. —No quiero salir con ella; Sólo quiero estar a su alrededor. Ella es…diferente.
— ¿Cómo diferente? —le preguntó Carolyn, sonando irritada.
—Ella no sigue mis ****adas, es refrescante. Lo dijiste tú misma, Carly. Yo no soy su tipo. Simplemente no es… de esa forma con nosotros.
—Estás más cerca de ser su tipo de lo que crees. —dijo Carolyn.
Retrocedí tan silenciosamente como pude, y cuando las tablas de madera crujieron bajo mis pies descalzos, alcancé la puerta del dormitorio de Justin y la cerré y luego caminé por el pasillo.
—Hola, _____—Carolyn sonrió—. ¿Cómo estuvo tu siesta?
—Estuve inconsciente durante cinco horas. Es más cercano a un coma que a una siesta.
Justin me miró fijamente por un momento y cuando le sonreí, él caminó directamente hacia mí, agarró mi mano y me jaló al pasillo de su dormitorio. Cerró la puerta y yo sentí mi corazón golpeando en mi pecho, preparándose para que él dijera otra cosa para aplastar a mi ego.
Levantó sus cejas. —Lo siento, Pidge. Fui un imbécil contigo.
Me relajé un poco, viendo el remordimiento en sus ojos. —No sabía que estabas enojado conmigo.
—No estaba enojado contigo. Es sólo que tengo la mala costumbre de desquitarme con quienes me preocupan. Es una excusa pobre de mierda, lo sé, pero lo siento. —me dijo, envolviéndome en sus brazos.
Puse mi mejilla contra su pecho, recargándome. — ¿Por qué estabas enojado?
—No es importante. Lo único que me preocupa eres tú.
Me incliné hacía tras para verlo. —Puedo manejar tus rabietas.
Sus ojos analizaron mi cara durante un momento antes de que una pequeña sonrisa se extendiera por sus labios. —No sé por qué me aguantas, y no sé lo que haría si no lo hicieras.
Pude oler la mezcla de cigarrillos y menta en su aliento, y miré sus labios, mi cuerpo estaba reaccionando ante la cercanía que teníamos. La expresión de Justin cambió y su respiración vaciló, él también lo había notado.
Me incliné infinitesimalmente, y luego ambos saltamos cuando sonó su teléfono celular. Él suspiró, sacándolo del bolsillo. —Sí. ¿Hoffman? Jesús… De acuerdo. Será grande y fácil. ¿Jefferson? —Me miró y giñó un ojo—Estaremos ahí. —Colgó y tomó mi mano—. Ven conmigo. —Me sacó al final del pasillo—. Era Tony—Le dijo a Christian—. Brady Hoffman estará en Jefferson en noventa minutos.
Christian asintió y se levantó, sacó su celular de su bolsillo. Después de unos momentos, repitió lo que Justin le había dicho por su teléfono, colgó, marcó nuevamente y repitió una vez más la información. Él marcó otro número mientras cerraba la puerta de su habitación detrás de él.
—Aquí vamos —dijo Carolyn, sonriendo—. ¡Sera mejor que nos arreglemos!
El aire en el apartamento estaba tenso y optimista al mismo tiempo. Justin parecía el menos afectado, poniéndose sus botas y una camiseta blanca, como si él estuviera preparándose para ir a hacer un encargo.
Carolyn me llevó al final del pasillo, al dormitorio de Justin y frunció el ceño. —Tienes que cambiarte, _____. No puedes usar eso en la lucha.
— ¡Llevaba un maldito cardigán la última vez y no dijiste nada! —Protesté.
—No pensé que irías la última vez. Toma —Me arrojó ropa— Póntelo.
— ¡No usaré esto!
— ¡Vámonos! —Llamó Christian desde la sala de estar.
— ¡Rápido! —dijo Carolyn bruscamente, corriendo hacia la habitación de Christian.

Me puse la escotadísima y ajustada blusa amarilla sin mangas, y los pantalones vaqueros de corte bajo que Carolyn mérica me lanzó, y luego deslicé mis pies en un par de tacones, pasé un cepillo por mi cabello mientras caminaba hacía final del pasillo. Carolyn salió de su habitación con un vestido corto de color verde y tacones que hacían juego, y cuando dimos vuelta en la esquina, Justin y Christian estaban de pie en la puerta. La boca de Justin cayó abierta. —Oh, carajo no. ¿Está intentando matarme? Tienes que cambiarte, Pidge.
— ¿Qué? —pregunté, mirando hacia abajo. Carolyn puso sus manos en sus caderas. —Ella se ve linda, Justin, ¡Déjala en paz!
Justin tomó mi mano y me llevó al final del pasillo. —Ponte una playera…y unos tenis. Algo cómodo.
— ¿Qué? ¿Por qué?
—Porque voy a estar más preocupado por quien está mirando tus tetas, en esa camiseta, que por Hoffman. —dijo, deteniéndose en su puerta.
— ¿Pensé que habías dicho que no te importaba nada lo que todos los demás pensaran?
—Ese es un escenario diferente, Pigeon. —Justin bajó su mirada a mi pecho y luego la subió a mí rostro— No puedes usar eso en la pelea, así que por favor… sólo… por favor sólo cámbiate. —Tartamudeó, empujándome a la habitación y encerrándome.
— ¡Justin! —grité. Pateando mis tacones y metiendo los pies en mis Converse. Luego me quité la blusa, lanzándola al otro lado de la habitación. Jalé sobre mi cabeza la primera camiseta de algodón que mis manos tocaron y luego corrí hacía el pasillo, deteniéndome en la puerta. — ¿Mejor? —dije respirando con dificultad, peinando mi cabello en una cola de caballo.
— ¡Sí! —dijo Justin, aliviado—. ¡Vámonos!

Corrimos hasta el estacionamiento. Salté sobre la parte trasera de la motocicleta de Justin, mientras él arrancaba el motor, y nos fuimos, volando por el camino hacia la universidad. Sujeté fuertemente su cintura anticipadamente; la prisa de salir por la puerta había enviado adrenalina que estaba emergiendo por mis venas.
Justin condujo sobre la acera, estacionando su moto en las sombras detrás del edificio de artes liberales de Jefferson. Empujó sus gafas de sol a la cima de su cabeza y luego agarró mi mano, sonriendo mientras nos dirigimos a la parte de atrás del edificio. Se detuvo en una ventana abierta, cerca del suelo.
Mis ojos se ampliaron cuando caí en cuenta. —Estás bromeando.
Justin sonrió. —Esta es la entrada VIP. Deberías ver cómo entra todo el mundo.
Sacudí mí cabeza cuando el metió las piernas a través de la ventana y desapareció. Me agaché y lo llamé inconscientemente: — ¡Justin!
—Aquí abajo, Pidge. Sólo entra con los pies primero, yo te atraparé.
— ¡Estás completamente loco si crees que voy a saltar hacia la oscuridad!
— ¡Yo te atraparé! ¡Lo prometo! ¡Ahora trae tu culo aquí!
Suspiré, tocando mi frente con mi mano. — ¡Esto es una locura!
Me senté, y rápidamente me empujé hacia delante, hasta que la mitad de mi cuerpo estaba colgando en la oscuridad. Me giré sobre mi estómago y estiré mis pies, buscando sentir el piso. Esperé que mis pies tocaran la mano de Justin, pero perdí mi agarre y chillé cuando caí hacia atrás. Un par de manos me agarraron, y escuché la voz de Justi en la oscuridad. —Caes como una niña. —Se rió. Descendió mis pies al suelo y, luego me adentró aún más en la oscuridad. Después de una docena de pasos, pude oír los gritos familiares de nombres y números, y luego la sala iluminada. Una linterna colocada en la esquina iluminaba la sala sólo lo suficiente para que pudiera distinguir la cara de Justin. — ¿Qué estamos haciendo?
—Esperar. Tony tiene que decir su discurso antes de que yo entre.
Me puse nerviosa. — ¿Debo esperar aquí, o debo entrar? ¿A dónde voy cuando se inicia la pelea? ¿Dónde están Chris y Carly?
—Fueron por el otro lado. Sólo sígueme, no te enviaré a ese agujero de tiburones sin mí. Permanece junto a Tony, él evitará que te aplasten. No puedo estar cuidándote y lanzando golpes al mismo tiempo.
— ¿Aplastar?
—Va a venir más gente aquí esta noche. Brady Hoffman es de State. Ellos tienen su propio círculo allí. Va a ser nuestra gente y su gente, por lo que el lugar va a ser una locura.
— ¿Estás nervioso? —Le pregunté.
Él sonrió, mirándome. —No. Aunque tú pareces un poco nerviosa.
—Tal vez. —admití.
—Si te hace sentir mejor, no dejaré que me toque. Ni siquiera dejaré que me de uno para hacerlo sentir mejor.
— ¿Cómo vas a lograr eso?
Se encogió de hombros. —Normalmente dejo que me den uno, para que parezca justo.
— ¿Tú…? ¿Dejas que las personas te golpeen?
— ¿Qué tan divertido sería si sólo masacrara a alguien y nunca consiguieran darme un puñetazo? No es bueno para los negocios, nadie apostaría contra mí.
—Qué gran mierda. —dije, cruzando mis brazos.
Justin levantó una ceja. — ¿Piensas que estoy bromeando?
—Me cuesta creer que sólo consigues un golpe cuando dejas que te golpeen.
— ¿Te gustaría hacer una apuesta de eso, _____ Middleton? —Él sonrió, con sus ojos animados.
Sonreí. —Acepto esa apuesta. Creo que él te anotará uno.
— ¿Y si él no lo hace? ¿Qué ganaré? —preguntó. Me encogí de hombros, mientras que los gritos al otro lado del muro crecían hasta ser un rugido. Tony saludó a la multitud y luego comenzó a decir las reglas. La boca de Justin se extendía en una amplia sonrisa. —Si ganas, no tendré sexo durante un mes. —Levante una ceja y él sonrió de nuevo— Pero si gano, tienes que estar conmigo durante un mes.
— ¿Qué? ¡Me quedo contigo de todos modos! ¿Qué tipo de apuesta es esa? —Grité sobre el ruido.
—Que arreglaron las calderas en Morgan hoy. —Justin sonrió. Una sonrisa presumida se extendió por mi cara mientras Tony dijo el nombre de Justin. —Cualquier cosa vale la pena por verte intentar la abstinencia para variar.
Justin besó mi mejilla y luego salió, manteniéndose erguido. Lo seguí, y cuando pasé a la habitación de al lado, me sorprendí de ver el número de personas que se habían apretujado en el pequeño espacio. Todos estaban de pie, pero los empujones y los gritos sólo aumentaron una vez que entramos en la sala. Justin asintió en mi dirección, y luego la mano de Tony estaba sobre mis hombros, jalándome a su lado.


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Holaaaaa.! como pasaron las fiestas?? Espero que bien :3 Gracias por pasarse por la nove y ya saben, los comentarios los respondo en la misma entrada osea la anterior asi es mas rapido y no se me complica mucho :P
les dejo mi twitter asi me avisan que son lectoras del blog vale? @lulubiebs15
Un besoooo grande y espero que esten bien :)
Bye...


LoVe... LoVe...

domingo, 22 de diciembre de 2013

Capitulo 6





La puerta se abrió de nuevo y Carolyn entró. — ¡Arriba, arriba, levántate y brilla! —Sonrió, bostezando.
—Te pareces a tu madre, Carly. —me quejé, rebuscando en mi maleta.
—Oh… ¿alguien no durmió bien anoche?
—Él apenas respiró en mi dirección. —le dije mordazmente.
Una sonrisa iluminó el rostro de Carolyn. —Oh.
— ¿Oh, qué?
—Nada. —dijo ella, volviendo a la habitación de Christian.
Justin estaba en la cocina, tarareando una canción al azar mientras cocinaba huevos revueltos. — ¿Estás segura que no quieres desayunar? —Me preguntó.

Christian y Carolyn entraron y Christian tomó dos platos del gabinete, sosteniéndolos mientras Justin servía una porción en cada uno. Christian puso los platos en la barra, él y Carolyn se sentaron juntos, satisfaciendo el apetito que probablemente gastaron la noche anterior.
—No me mires así, Chris. Lo siento, sólo que no quiero ir. —dijo Carolyn.
—Bebé, la Casa tiene una fiesta de parejas dos veces al año. —dijo Christian mientras masticaba—. Aún falta un mes. Tendrás tiempo de sobra para encontrar un vestido y hacer todas esas cosas de chicas.
—Lo haría, Chris… es muy dulce… pero no voy a conocer a nadie allí.
—Muchas de las chicas que estarán no conocen a los demás. —dijo, sorprendido por el rechazo.
Ella se dejó caer en su silla. —Las chicas perras de la hermandad son invitadas a esas cosas. Todas se conocerán entre sí… será extraño.
—Vamos, Carly. No me obligues a ir solo.
—Bueno… ¿tal vez podrías buscar a alguien para que invite a _____? —Dijo ella, mirándome y luego a Justin.
Justin levantó una ceja y Christian negó con la cabeza.
—Justin no va a fiestas de parejas. Es algo a donde llevarías tu novia… y Justin no… ya sabes.
Carolyn se encogió de hombros. —Podemos conseguirle a alguien.
Entrecerré mis ojos en su dirección. —Te puedo escuchar, sabes.
Carolyn usó la cara que ella sabía que no podía decir no.
— ¿Por favor, ____? Vamos a encontrarte un buen tipo que sea divertido e ingenioso, y podrás asegurarte que sea guapo… ¡te prometo que pasarás un buen rato! Y, ¿Quién sabe? Tal vez hasta se lleven bien.
Justin lanzó el plato al fregadero. —Yo no he dicho que no la llevaría.
Puse los ojos en blanco. —No me hagas ningún favor, Justin.
—Eso no es lo que quise decir, Pidge. Las fiestas de parejas son para chicos con novias, y todo el mundo sabe que yo no hago eso de novias. Pero no tendré que preocuparme de que tú esperes un anillo de compromiso después.
Carolyn hizo un puchero. — ¿Por fis, _____?
— ¡No me mires así! —Me quejé— Justin no quiere ir, yo no quiero ir… nosotros no seremos muy divertidos.
Justin se cruzó de brazos y se apoyó en el fregadero. —Yo no dije que no quería ir. Creo que sería divertido si los cuatro asistimos, —se encogió de hombros. Los ojos de todos se centraron en mí y yo retrocedí. — ¿Por qué no pasamos el rato aquí?
Carolyn puso mala cara y Christian se inclinó hacia adelante. —Porque tengo que ir, _____. Soy un estudiante de primer año; tengo que asegurarme de que todo pase sin problemas, que todo el mundo tenga una cerveza en mano, y cosas así.
Justin cruzó la cocina y envolvió el brazo alrededor de mis hombros, tirando de mí hacia él. —Vamos, Pidge. ¿Quieres ir conmigo?
Miré a Carolyn, luego a Christian y, finalmente, a Justin. —Sí. —suspiré.
Carolyn chilló y me abrazó, y sentí la mano de Christian en mi espalda. —Gracias, ____. —dijo Christian.

Brody tomó otra calada. El humo fluyó de su nariz en dos chorros. Giré mi cara hacia el sol mientras él me relataba su reciente fin de semana de baile, licor y un nuevo amigo muy persistente.
— Si él te está acechando, entonces ¿Por qué dejas que te compré las bebidas? —Me reí.
— Es muy sencillo, ____. Estoy en quiebra.
Me reí nuevamente y Brody me encajó su codo en mi costado cuando alcanzó a ver a Justin caminando hacia nosotros. — Hey, Justin. —Cantó alegremente Brody, guiñándome un ojo.
— Brody—él asintió. Levantó sus llaves— Me voy a casa, Pidge. ¿Necesitas un aventón?
— Estaba a punto de entrar —dije, sonriendo a través de mis gafas de sol.
— ¿No te vas a quedar conmigo esta noche? —Preguntó, su rostro era una combinación de sorpresa y decepción.
— No, sí lo haré. Sólo tengo que tomar algunas cosas que olvidé.
— ¿Cómo qué?
— Bueno, para empezar mi máquina de afeitar. ¿Qué te importa?
— Ya es hora de que te afeites las piernas. Están destrozando las mías. —dijo con una sonrisa traviesa.
Los ojos de Brody se agrandaron mientras me dio una rápida mirada, y yo volteé mi cara hacia Justin. — ¡Así es cómo empiezan los rumores! —Miré a Brody y sacudí mi cabeza— Estoy durmiendo en su cama…sólo durmiendo.
—Está bien. —dijo Brody con una sonrisa maliciosa. Le di un golpe en el brazo antes de abrir la puerta y subir por las escaleras.

Cuando llegué a la segunda planta, Justin estaba a mi lado.
— Oh, no te enojes. Sólo estaba bromeando.
— Todo el mundo ya asume que estamos teniendo sexo. Lo estás empeorando.
— ¿A quién le importa lo que piensan?
— ¡A mí, Justin! ¡A mí! —Abrí mi puerta, metí mis cosas en una pequeña bolsa y luego salí violentamente, con Justin detrás de mí. Sonrió mientras tomó la bolsa de mi mano y le lancé una mirada asesina— No es divertido. ¿Quieres que toda la escuela crea que soy una de tus putas?
Justin frunció el ceño. — Nadie piensa eso. Y si lo hacen, será mejor que esperen que yo no me entere.
Mantuvo la puerta abierta para mí y después de atravesarla, me detuve abruptamente delante de él.
— ¡Whoa! —dijo, chocando conmigo.
Volteé alrededor. — ¡Oh Dios mío! Probablemente piensan que estamos juntos y tú, con tu falta de vergüenza, continuas con tu…estilo de vida. ¡Debo verme patética! —dije, dándome cuenta de eso mientras hablaba— No creo que deba quedarme contigo por más tiempo. Deberíamos, simplemente, permanecer alejados uno del otro en general por un tiempo.
Le quité mi bolsa y él me la arrebató de vuelta.
— Nadie piensa que estamos juntos, Pidge. No tienes que dejar de hablarme para probar tu punto.
Estábamos envueltos en un tira y afloja con la bolsa, y cuando él se negó a dejarla ir, gruñí ruidosamente en frustración. — ¿Alguna vez tuviste a una chica, que es una amiga, quedándose contigo? ¿Alguna vez llevas clases con esas chicas en la escuela? ¿Has comido los almuerzos con ellas todos los días? Nadie sabe qué pensar sobre nosotros, ¡Incluso cuando se los décimos!
Caminamos hacia el estacionamiento. — Voy arreglar esto, ¿Está bien? No quiero que nadie piense menos de ti debido a mí —dijo, con una expresión apenada. Abrió muchos sus ojos y sonrió— Déjame hacer las paces contigo. ¿Por qué no vamos a The Dutch esta noche?
— Eso es una barra de motociclistas —desprecié, viendo como sujetaba mi bolsa a su moto.
— Está bien, entonces vamos al club. Te llevaré a cenar, y luego podemos ir a The Red Door. Yo invito.
— ¿Cómo es que salir a cenar y luego a un club arregla el problema? Cuando la gente nos vea salir juntos lo hará peor.
Él se montó en su moto.

 — Piénsalo. ¿Yo, borracho, en una habitación llena de mujeres escasamente vestidas? No tomará mucho tiempo para que la gente sepa que no somos una pareja.
— ¿Y qué supone que debo hacer? ¿Llevar a casa a un chico borracho del bar para probar el punto?
— No me refería a eso. No hay necesidad de enojarse —dijo con el ceño fruncido.
Rodé mis ojos y subí al asiento, pasando mis brazos alrededor de su cintura. 

— ¿Alguna chica extraña va a seguirnos a la casa desde el bar? ¿Así es cómo vas a arreglar las cosas conmigo?
— ¿No estás celosa, o sí, Pigeon?
— ¿Celosa de qué? ¿De la imbécil infectada de ETS a quien mandarás al diablo en la mañana?
Justin se rió y entonces encendió su Harley. Voló hacia su apartamento a dos veces el límite de velocidad, y cerré mis ojos para no ver los árboles y los coches que dejábamos atrás.

Después de bajarme de su motocicleta, golpeé su hombro. — ¿Olvidaste que estaba contigo? ¿Estás intentando matarme?
—Es difícil olvidar que estás detrás de mí cuando tus muslos están exprimiendo la vida fuera de mí. —Una sonrisita llegó con su siguiente pensamiento— No podía pensar de una mejor manera de morir, realmente.
—Hay algo muy mal contigo.
Apenas habíamos entrado cuando Carolyn salió del dormitorio de Christian. —Estábamos pensando salir esta noche. ¿Se unen?
Miré Justin y sonreí. —Vamos a pasar por el lugar de sushi antes de ir a Red.
La sonrisa de Carolyn abarcó desde un lado de su cara al otro. — ¡Chris! —Chilló, corriendo hacia el baño—. ¡Saldremos esta noche!

Fui la última en tomar una ducha, así que Christian, Carolyn y Justin estaban de pie impacientes en la puerta cuando yo salí del baño, en un vestido negro y tacones rosas. Carolyn silbó. — ¡Maldita sexy, mamacita!
Sonreí en agradecimiento y Justin levantó su mano. — Lindas piernas.
— ¿Mencioné que es una navaja mágica?
— No creo que sea la navaja. —Sonrió, me jaló por a la puerta.
Fuimos demasiado ruidosos y molestos en el bar de sushi y ya habíamos estado bebiendo esa noche antes poner un pie en The Red Door. Christian entró en el estacionamiento, tomándose su tiempo para encontrar un lugar. — Es para esta noche, Chris. —Murmuró Carolyn.
— Oye. Tengo que encontrar un espacio amplio. No quiero que algún borracho idiota arruine la pintura.
Una vez que aparcamos, Justin inclinó el asiento hacia adelante y me ayudó a salir. —Quería preguntarles sobre sus identificaciones. Son perfectas. No las consigues por aquí.
— Sí, las hemos tenido desde hace tiempo. Era necesario…en Wichita —dije.
— ¿Es necesario? —preguntó Justin.
— Es algo bueno tener conexiones. —dijo Carolyn. Ella hipó y cubrió su boca, riendo.
— Dios, mujer —dijo Christian, sosteniendo a Carolyn del brazo de mientras ella, torpemente, caminaba a lo largo de la grava— Creo que ya has terminado por esta noche.
Justin hizo una cara. —¿De qué estás hablando, Carly? ¿Qué conexiones?
— _____ tiene algunos viejos amigos que...
— Son identificaciones falsas, Justin—Interrumpí— Tienes que conocer a las personas adecuadas, si quieres que las hagan bien, ¿Correcto?
Justin desvió su mirada, intencionadamente, lejos de Justin y esperé. — Correcto. —dijo, extendiendo su mano para tomar la mía. Agarré tres de sus dedos y sonreí, sabiendo, por su expresión, que no estaba satisfecho con mi respuesta. — ¡Necesito otro trago! —dije, en un segundo intento de cambiar el tema.
— ¡Tragos! —gritó Carolyn.
Christian rodó sus ojos. —Oh, sí. Eso es lo que necesitas, otro trago.

Una vez dentro, Carolyn inmediatamente me sacó a la pista de baile. Su cabello rubio estaba por todas partes, y me reí de la cara de pato que hacía cuando se movía con la música. Cuando terminó la canción, nos unimos a los chicos en el bar. Una excesivamente voluptuosa, rubia-platina, ya estaba al lado de Justin y la cara de Carolyn se descompuso en repulsión. — Así va a ser toda la noche, Carly. Sólo ignorarlos. —dijo Christian, asintiendo hacia un pequeño grupo de chicas paradas a unos metros de distancia. Observé a la rubia, esperando su turno.
—Parece que hay una bandada de buitres —dijo Carolyn, despreciativamente.
Justin encendió un cigarrillo mientras ordenaba dos cervezas más y la rubia mordió sus brillantes e hinchados labios y sonrió. El camarero quitó las tapas y le tendió las botellas a Justin. La rubia agarró una de las cervezas, pero el la arrebató de su mano. — Uh…no es para ti. —le dijo, entregándomela a mí.
Mi idea inicial fue tirar la botella en la basura, pero la mujer parecía tan ofendida que sonreí y tomé un trago.
Ella se fue, dando resoplidos y yo sonreí al ver que Justin no parecía haberlo notado.
— Como si yo fuera a comprar una cerveza para alguna chica en un bar —dijo, sacudiendo su cabeza. Alcé mi cerveza, y él levantó un lado de su boca en una media sonrisa— Eres diferente.
Chocó mi botella contra la suya. — Por ser la única chica con la que un chico, que no tiene ningún estándar, no quiere dormir. —dije, tomando un trago.
— ¿Lo dices en serio? —preguntó, retirando la botella de mi boca. Cuando yo no me retracté, él se inclinó hacia mí— Primero que nada… Tengo estándares. Nunca he estado con una mujer fea. Nunca. Segundo lugar, yo quería dormir contigo. Pensé en tirarte sobre mi sofá de cincuenta maneras diferentes, pero no lo hice porque ya no te veo de esa manera. No es que no me atraigas, simplemente creo que eres mejor que eso.

Yo no pude retener la sonrisa presumida que se deslizó a través de mi cara. —Crees que soy demasiado buena para ti.
Sonrió burlonamente con mi segundo insulto. —No se me ocurre ningún solo chico que conozca que sea lo suficientemente bueno para ti.
La petulancia se disolvió y fue reemplazada con una conmovida y agradecida sonrisa. —Gracias, Justin. —dije, colocando mi botella vacía de la barra. Justin tiró de mi mano. — ¡Vamos! —dijo, arrastrándome a través de la multitud en la pista de baile.
— ¡He bebido demasiado! ¡Me voy a caer! —Justin sonrió y me acercó a él, agarrándome de las caderas.
— Cállate y baila. — Carolyn y Christian aparecieron junto a nosotros. Christian se movía como si hubiera estado viendo muchos videos de Usher. Justin me tenía casi aterrorizada con la manera en que se presionaba contra mí. Si utilizaba cualquiera de estos movimientos en el sofá, pude ver por qué tantas chicas se arriesgaban a una humillación en la mañana. Él acomodó sus manos alrededor de mi cintura y me di cuenta de que su expresión era diferente, casi seria. Recorrí con mis manos su impecable pecho y su abdomen marcado mientras se estiraba y se tensaba bajo su camisa apretada con la música. Me puse a espaldas a él, sonriendo cuando él envolvió sus brazos alrededor de mi cintura. Junto con el alcohol en mi sistema, cuando él tiró mi cuerpo contra el suyo, las cosas que llegaron a mente eran cualquier cosa menos amistosa. La siguiente canción irrumpió en la que estábamos bailando y Justin no mostró signos de querer volver a la barra. El sudor resbalaba por la parte trasera de mi cuello y las luces estroboscópicas multicolores me hicieron sentir un poco mareada. Cerré mis ojos e incliné mi cabeza contra su hombro. Agarró mis manos y las llevó alrededor de su cuello. Sus manos recorrieron mis brazos, bajaron por mis costillas, y finalmente regresaron a mis caderas. Cuando sentí sus labios y luego su lengua contra mi cuello, me aleje de él. Él sonrió, luciendo un poco sorprendido. — ¿Qué, Pidge? — Mi genio estalló, haciendo que las palabras que quería decir se atorraran en mi garganta. Me retiré a la barra y ordené otra Corona. Justin tomó el asiento junto a mí, levantando su dedo para ordenar una para sí mismo. Tan pronto como el camarero colocó la botella delante de mí, me incliné y bebí la mitad del contenido antes de estamparla contra la barra.
— ¿Crees que va eso va a cambiar la opinión de alguien sobre nosotros? —dije, tirando de mi cabello a un lado, cubriendo el lugar que él había besado.
Soltó una risa. — No me importa ni una mierda lo que piensan sobre nosotros. — Yo le lancé una mirada asesina y luego me giré hacia el frente.
— Pigeon. —dijo, tocando mi brazo.
Lo alejé de él. —No. Yo nunca me pondré lo suficientemente borracha para meterme en ese sofá.
Su rostro se retorció con ira pero, antes de que él pudiera decir algo, una guapa mujer de cabello oscuro con labios gruesos, enormes ojos azules y un gran escote, se acercó a él. — Bien. ¿No es este Justin Bieber? —dijo, enfatizando en todos los lugares adecuados. Él tomo la bebida, y luego sus ojos se apartaron de los míos.
— Hola, Megan.
— Preséntame a tu novia. —Ella sonrió. Rodé mis ojos ente lo patéticamente transparente era. Justin inclinó su cabeza hacia atrás para terminar su cerveza y luego deslizó su botella vacía por la barra. Todos los que esperaban para ordenar la siguieron con los ojos hasta que cayó en el bote de basura al final. —Ella no es mi novia. — Agarró la mano de Megan, y ella felizmente lo siguió a la pista de baile. Él solamente la manoseó durante una canción y luego otra y otra. Ellos estaban causando una escena con la forma en que ella permitía que la tocara, y cuando él se inclinó sobre ella les di la espalda.

— Luces molesta —dijo un hombre que se sentó a mi lado—. ¿Es ése tu novio?
— No, sólo es un amigo. —murmuré.
— Bien, eso es bueno. Podría haber sido bastante incómodo para ti si lo fuera. —Se volvió a la pista de baile, sacudiendo su cabeza ante el espectáculo.
— Y que lo digas —dije, bebiendo lo último de mi cerveza. Apenas había saboreado las últimas dos que había dejado a un lado y mis dientes se habían insensibilizado.
— ¿Deseas otra? —Preguntó. Volteé a verlo y él sonrió— Soy Ethan.
— _____. —dije, estrechando su mano extendida. Él levantó dos dedos hacia el barman, y yo sonreí. — Gracias.
— Así que ¿Vives aquí? —preguntó.
— En Morgan Hall en Eastern.
— Tengo un apartamento en Hinley.
— ¿Vas a State? —Le pregunté—. ¿Qué está... como a una hora de distancia? ¿Qué haces aquí?
— Me gradué el pasado mayo. Mi hermana va a Eastern. Me estoy quedando con ella esta semana, en lo que meto solicitudes de trabajo.
— Ph…viviendo en el mundo real, ¿Eh?
Ethan se rió. —Y es todo lo que dicen que es. — Saqué el brillo labial de mi bolsillo y lo unté en mis labios, utilizando el espejo que recubría la pared detrás de la barra. —Ese es un color lindo —dijo, viéndome presionar mis labios juntos. Sonreí, sintiendo el enojo hacia Justin y la pesadez del alcohol. —Quizás puedas probarlo más tarde. Los ojos de Ethan se ampliaron cuando me incliné más cerca de él y yo sonreí cuando él tocó mi rodilla. Retiró su mano cuando Justin se paró entre nosotros.
— ¿Estás lista, Pidge?

martes, 17 de diciembre de 2013

Capitulo 5



CAPITULO 5

Él levantó las manos. — ¡Ella está con Justin!
Justin apareció en la esquina en un par de calzoncillos y bostezó. Él miró a su invitada, y luego le dio unas palmaditas en el espalda. —Mis invitados están aquí. Es mejor que te vayas.
Ella sonrió y echó los brazos alrededor de él, besando su cuello. —Voy a dejar mi número de teléfono en el mostrador.
—Eh… no te preocupes por eso. —dijo Justin en tono casual.
— ¿Qué? —Preguntó, inclinándose hacia atrás para mirarlo a los ojos.
— ¡Otra vez! —dijo Carolyn. Ella miró a la mujer—. ¿Cómo es que estás sorprendida por esto? ¡Él es Justin follador Bieber! Él es famoso por esto mismo, y aun así se sorprenden. —dijo, volviéndose a Christian. Él puso su brazo alrededor de ella, haciendo un gesto para que se calmara. La chica entrecerró los ojos hacia Justin y luego agarró su bolso y salió, cerrando la puerta detrás de ella. Justin caminó a la cocina y abrió la nevera como si nada hubiera pasado. Carolyn negó con la cabeza y caminó por el pasillo. Christian la siguió, balanceando su cuerpo para compensar el peso de la maleta mientras caminaba.

Me dejé caer sobre el sillón y suspiré, preguntándome si estaba loca por haber aceptado venir. No sabía que el apartamento de Christian era una puerta giratoria para chicas cabezas huecas. Justin estaba detrás de la barra de desayuno, cruzó sus brazos sobre su pecho y sonrió. — ¿Qué pasa, Pidge? ¿Día duro?
—No, estoy profundamente disgustada.
— ¿Conmigo? —Él estaba sonriendo. Debería haber sabido que él esperaba esta conversación. Eso sólo me hizo menos dispuesta a detenerme.
—Sí, contigo. ¿Cómo puedes usar a alguien así como así y tratarlas de esa manera?
— ¿Cómo la traté? Ella ofreció su número, yo me negué.
Mi boca se abrió ante su falta de remordimiento. — ¿Tendrás relaciones sexuales con ella, pero no tomarás su número?
Justin se inclinó sobre el mostrador con los codos. — ¿Por qué iba a querer su número si no la iba a llamar?
— ¿Por qué dormir con ella si no la vas a llamar?
—No prometo nada a nadie, Pidge. Ella no estipuló una relación antes de extender sus piernas en mi sofá.
Miré el sofá con repugnancia. —Ella es la hija de alguien, Justin. ¿Qué pasa si, en un futuro, alguien trata así a tu hija?
—Mi hija sabrá algo mejor que quitarse las bragas por un imbécil que acaba de conocer, vamos a decirlo de esa manera.
Me crucé de brazos, enfadada de que él tuviera razón. —Así que, además de admitir que eres un imbécil, estás diciendo que porque ella se acostó contigo, ¿ella merecía ser desechada como un gato callejero?
—Estoy diciendo que fui honesto con ella. Ella es un adulto, fue de mutuo acuerdo… ella estaba un poco ansiosa al respecto si quieres saber la verdad. Actúas como si he cometido un crimen.
—Ella no parecía entender tus intenciones, Justin.
—Las mujeres suelen justificar sus acciones con lo que sus cabezas les dicen. Ella no me dijo por adelantado que esperaba una relación más de lo que yo le dije que esperaba sexo sin compromiso. ¿Cómo es diferente?
—Eres un cerdo.
Justin se encogió de hombros. —Me han llamado peor.
Miré el sofá, los cojines todavía ladeados y amontonados por su uso reciente. Retrocedí ante la idea de cuántas mujeres se han ofrecido a sí mismas sobre esa tela.
—Creo que dormiré en el sillón reclinable. —me quejé.
— ¿Por qué?
Lo miré, furiosa por su expresión confusa.
— ¡No dormiré en esa cosa! ¡Dios sabe sobre lo que estaría acostándome!
Levantó mi equipaje del piso. —No dormirás en el sofá o en el sillón reclinable. Tú dormirás en mi cama.
—La que es más antihigiénica que el sofá, estoy segura.
—Nunca ha estado nadie en mi cama aparte de mí.
— Nunca ha estado nadie en mi cama aparte de mí.
Puse los ojos en blanco. — ¡Dame un descanso!
— Hablo absolutamente en serio. Las bolseo en el sofá. No las dejo entrar a mi habitación.
— ¿Entonces por qué se me permite a mí en tu cama?
Una de las esquinas de su boca se levantó en una sonrisa traviesa.
— ¿Estás planeando tener sexo conmigo esta noche?
— ¡No!
— Por eso. Ahora levanta tu trasero malhumorado, toma tu ducha con agua caliente, y después podemos estudiar algo de Bio.
Lo miré por un momento y luego a regañadientes hice lo que él ordenó. Me quedé bajo la ducha por mucho tiempo, dejando que el agua lavara mis molestias. Masajeando el champú en mi pelo, suspiré por lo maravilloso que era tomar una ducha en un baño no comunitario una vez más—sin sandalias, sin neceser, sólo la mezcla relajante de agua y vapor.
La puerta se abrió y salté. — ¿Carly?
—No, soy yo. —dijo Justin.
Automáticamente envolví mis brazos sobre las partes que no quería que él viera. — ¿Qué estás haciendo aquí? ¡Fuera!
—Olvidaste una toalla y he traído tu ropa, cepillo de dientes y una crema extraña para el rostro que encontré en tu bolsa.
— ¿Buscaste entre mis cosas? —Grité. Él no respondió. En su lugar, oí girar el grifo y el sonido de un cepillo de dientes contra dientes.
Me asomé por la cortina de plástico, sosteniéndola contra mi pecho. — ¡Fuera, Justin!
Él me miró, con los labios cubiertos de espuma de pasta de dientes. —No puedo ir a la cama sin cepillarme los dientes.
—Si te acercas a un metro de la cortina, te sacaré los ojos mientras duermas.
—No voy a mirar, Pidge. —rió.
Esperé bajo el agua con los brazos bien envueltos sobre mi pecho. Él escupió, gorgoteó y escupió de nuevo, luego la puerta se cerró. Enjuagué el jabón de mi piel, me sequé tan rápido como me fue posible, y luego me puse la camiseta y shorts, colocándome mis gafas y cepillé un peine a través de mi cabello. La crema hidratante de noche que Justin había traído llamó mi atención, y no pude evitar sonreír. Él era atento y agradable cuando lo quería ser. Justin abrió la puerta otra vez. — ¡Vamos, Pidge! ¡Me estoy haciendo viejo!
Arrojé el peine en su dirección y él se agachó, cerrando la puerta y riéndose durante el camino a su habitación. Me lavé los dientes y arrastré mis pies por el pasillo, pasando el dormitorio de Shepley en el camino.
—Buenas noches, ____. —llamó Carolyn desde la oscuridad.
Dudé antes de golpear dos suaves golpes en la puerta de Justin.
—Entra, Pidge. No tienes que tocar.

Él abrió la puerta y entré, viendo su cama de hierro negro paralela a la línea de ventanas en el extremo de la habitación. Las paredes estaban desnudas a excepción de un solitario sombrero encima de la cabecera. Casi esperaba que su habitación estuviera cubierta de posters de mujeres semi desnudas, pero ni siquiera vi un anuncio para una marca de cerveza. Su cama era negra, su alfombra gris, todo lo demás en la habitación era blanco. Parecía como si acabara de mudarse.
—Bonita pijama. —dijo Justin, notando mi short a cuadros color amarillo y azul marino y mi camisa de Eastern. Se sentó en la cama y le dio unas palmaditas a la almohada a su lado — Bien, ven. No voy a morderte.
—No te tengo miedo. —le dije, acercándome a la cama y dejando el libro de biología junto a él—. ¿Tienes una pluma?
Él asintió con la cabeza hacia su mesa de noche. —Primer cajón.
Me estiré sobre la cama y abrí el cajón, encontrando tres bolígrafos, un lápiz, un tubo de jalea KY, y un tazón de cristal lleno de paquetes de diferentes marcas de condones. Asqueada, tomé una lapicera y cerré el cajón.
— ¿Qué? —Preguntó, dándole vuelta a una página del libro.
— ¿Robaste la clínica de salud?
—No. ¿Por qué?
Quité la tapa de la pluma, incapaz de mantener la expresión de asco fuera de mi rostro. —Tu suministro de preservativos para toda la vida.
—Más vale prevenir que lamentar, ¿no?
Puse los ojos en blanco. Justin regresó al libro, una irónica sonrisa apareció en sus labios. Él leyó las notas para mí, resaltando los puntos principales, mientras él me hacía preguntas y pacientemente explicaba lo que yo no entendía.
Después de una hora, me quité las gafas y froté los ojos. —Estoy muerta. No puedo memorizar una macromolécula más. Justin sonrió, cerrando el libro. —Muy bien.
Hice una pausa, sin estar segura sobre nuestros arreglos para dormir. Justin salió de la habitación y caminó por el pasillo, murmurando algo en la habitación de Christian antes de encender la ducha. Me envolví en la colcha y la tiré hasta mi cuello, escuchando el ruido agudo del agua corriendo a través de las tuberías. Diez minutos más tarde, el agua se cerró y el piso crujió bajo los pasos de Justin. Echó a andar por la habitación con una toalla alrededor de sus caderas. Intencionalmente me mantuve de espaldas a él mientras que él se paró frente a su tocador y dejó caer la toalla para ponerse un par de bóxers. Después de apagar la luz, se metió en la cama junto a mí.
— ¿Dormirás aquí también? —Pregunté, volviéndome para mirarlo. La luna llena fuera de la ventana oscureció su rostro.
—Bueno, sí. Esta es mi cama.
—Lo sé, pero… —Hice una pausa. Mis otras opciones eran el sofá o el sillón reclinable.
Justin sonrió y negó con la cabeza. — ¿Aún no confías en mí? Me comportaré mejor que bien, lo juro. —dijo, levantando los dedos que estaba segura los Boy Scouts de Estados Unidos nunca habían considerado usar. No discutí, simplemente me di vuelta y puse mi cabeza en la almohada, metiendo las sábanas detrás de mí para que hubiera una clara barrera entre su cuerpo y el mío.
—Buenas noches, Pigeon. —susurró en mi oído. Podía sentir su aliento a menta en mi mejilla, ocasionando que la piel se me pusiera de gallina. Gracias a Dios que estaba lo suficientemente oscuro para que no pudiera ver mi embarazosa reacción, o el rubor de mis mejillas.

Parecía que acaba de cerrar los ojos cuando escuché el reloj despertador. Estiré la mano para apagarlo, pero me sorprendí con horror cuando sentí piel cálida bajo mis dedos. Traté de recordar dónde estaba. Cuando la respuesta llegó, me mortificó el hecho que Justin pensara que lo había hecho a propósito.
— ¿Justin? La alarma —susurré. Él aún no se movía— ¡Justin! —Dije, dándole un codazo. Cuando todavía no se movía, me estiré a través de él, buscando a tientas en la penumbra hasta que sentí la parte superior del reloj. Sin saber cómo apagarlo, golpeé la cima del mismo hasta que pulsé el botón de dormitar, y luego caí sobre mi almohada nuevamente. Justin se echó a reír.
— ¿Estabas despierto?
— Te prometí que me portaría bien. No dije nada al respecto de permitirte acostarte sobre mí.
— No me acosté sobre ti —protesté— No podía alcanzar el reloj. Esa tiene que ser la alarma más molesta que he oído. Suena como un animal moribundo.
Estiró su mano y presionó un botón. — ¿Quieres desayuno?
Lo miré fijamente y luego sacudí la cabeza. —No tengo hambre.
—Bueno, yo sí. ¿Por qué no vienes conmigo a la cafetería que está cerca?
—No creo que pueda soportar tu falta de habilidad para conducir temprano por la mañana. —le dije. Levanté mis pies por el lado de la cama y los metí en mis pantuflas, arrastrándome a la puerta.
— ¿A dónde vas? —Preguntó.
— A vestirme e ir a clase. ¿Necesitas un itinerario mientras estoy aquí?
Justin se estiró y luego caminó hasta mí en sus bóxers. — ¿Siempre eres tan temperamental o ese malestar disminuirá una vez que creas que no estoy creando algún elaborado plan para meterme en tus pantalones? —Sus manos sujetaron mis hombros y sentí sus pulgares acariciar mi piel al unísono.
—No soy temperamental.
Se inclinó me susurró en mi oído. —No quiero acostarme contigo, Pidge. Te aprecio demasiado.
Pasó junto a mí para ir al baño, y que quedé allí, aturdida. Las palabras de Khloe se repetían en mi mente. Justin Bieber dormía con todas; no pude evitar sentirme deficiente al saber de qué él no tenía ganas de intentar dormir conmigo.

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Bueno realmente no se con que cara aparecer aqui porque bueno hace como 5 meses que no publico. Como se daran cuenta eh cambiado el nombre de los personajes porque asi como que pegan mas con la vida de Justin no se si me entienden... 
Shelpy: Christian
America: Carolyn 

Ahora estoy de vacaciones asi que prometo terminar de subir para antes de febrero si? 
Un besoo espero que les guste nos vemos emm el lunes capas?
Byeeee


LoVe... LoVe...