Capitulo 2
Bandera Roja – Parte ।।
América me siguió hasta mi
habitación y luego se burló de mi compañera de cuarto, Kara. Inmediatamente me
quité la chaqueta con sangre, arrojándola al cesto de ropa sucia.
—Asqueroso. ¿Dónde has estado? —preguntó Kara desde su cama.
Miré a América, quien se encogió de hombros. —Sangrado por la nariz. ¿Nunca has visto una de las hemorragias nasales de ________?
Kara acomodó sus gafas y sacudió la cabeza.
—Oh, lo harás. —Ella me guiñó un ojo y luego cerró la puerta detrás de ella. Menos de un minuto después, mi celular sonó. Por costumbre, América me enviaba un mensaje de texto después de haber dicho adiós.
—Asqueroso. ¿Dónde has estado? —preguntó Kara desde su cama.
Miré a América, quien se encogió de hombros. —Sangrado por la nariz. ¿Nunca has visto una de las hemorragias nasales de ________?
Kara acomodó sus gafas y sacudió la cabeza.
—Oh, lo harás. —Ella me guiñó un ojo y luego cerró la puerta detrás de ella. Menos de un minuto después, mi celular sonó. Por costumbre, América me enviaba un mensaje de texto después de haber dicho adiós.
Pasaré la noche con Shep,
te veo mañana reina del cuadrilátero.
Miré a Kara, quien me veía como si mi nariz se desangraría en cualquier momento.
—Ella estaba bromeando —le dije.
Kara asintió con indiferencia y luego miró hacia el desorden de libros sobre su colcha.
—Creo que voy a tomar una ducha —le dije, agarrando una toalla y mi bolsa de baño.
—Alertaré a los medios de comunicación —bromeó Kara, manteniendo su cabeza hacia abajo.
Al día siguiente, Shepley y América se unieron a mí para el almuerzo. Tenía toda intención de sentarme sola, pero a medida que los estudiantes invadieron la cafetería, las sillas a mí alrededor estuvieron llenas por los hermanos de fraternidad de Shepley o los miembros del equipo de fútbol americano. Algunos de ellos estuvieron en la pelea, pero ninguno mencionó mi casi espectáculo en el cuadrilátero.
—Shep —dijo una voz.
Shepley asintió con la cabeza, y América y yo volteamos para ver a Justin tomar asiento al final de la mesa. Fue seguido por dos voluptuosas rubias usando camisetas Sigma Kappa. Una de ellas se sentó en el regazo de Justin y la otra se sentó junto él, acariciando su camisa.
—Creo que he vomitado un poco en mi boca —murmuró América.
La rubia en el regazo de Justin se volvió hacia América. —Te he oído, ****.
América tomó su rollo y lo arrojó al final de la mesa, rozando la cara de la chica. Antes de que la chica pudiera decir otra palabra, Justin dobló sus rodillas, enviándola al suelo.
— ¡Ay! —Chilló, mirando a Justin.
—América es mi amiga. Necesitas buscar otro regazo, Lex.
— ¡Justin! —Se quejó ella, poniéndose de pie.
Justin volvió su atención a su plato, ignorándola.
Ella miró a su hermana y resopló, después las dos se fueron de mano en mano.
Justin guiñó hacia América, como nada hubiese pasado, llevándose otro bocado a la boca. Fue entonces cuando me di cuenta de un pequeño corte en su ceja. Él intercambió miradas con Shepley y luego comenzó una conversación con uno de los chicos de fútbol frente a él.
Aunque los estudiantes en la mesa habían disminuido, América, Shepley y yo nos quedamos a hablar sobre nuestros planes de fin de semana. Justin se levantó para irse, pero se detuvo en nuestro extremo de la mesa.
— ¿Qué? —preguntó Shepley en voz alta, llevándose la mano a su oído.
Traté de ignorarlo lo mejor posible, pero cuando miré hacia arriba, Justin me estaba mirando.
—Ya la conoces, Justin. ¿La mejor amiga de América? Ella estaba con nosotros la otra noche —dijo Shepley.
Justin me sonrió en lo que supuse era su sonrisa encantadora. Él emanaba sexo y rebeldía con su pelo negro casi a rapa y brazos tatuados, y yo puse mis ojos en blanco en su intento de coquetearme.
— ¿Desde cuándo tienes una mejor amiga, Mare? —preguntó Justin.
—Desde tercer año de secundaria —respondió ella, apretando sus labios juntos mientras sonreía en mi dirección—. ¿No recuerdas, Justin? Tú arruinaste su suéter.
Justin sonrió. —Arruino una gran cantidad de suéteres.
—Asqueroso —murmuré.
Justin hizo girar la silla vacía a mi lado y se sentó, apoyando sus brazos delante de él. —Así que tú eres Pigeon, ¿eh?
—No —le espeté—. Tengo un nombre.
Parecía divertido por la manera en que contesté, lo que sólo sirvió para enfadarme más.
— ¿Y bien? ¿Cuál es? —Preguntó.
Di un mordisco por última vez a la manzana, haciendo caso omiso de él.
—Entonces es Pigeon —se encogió de hombros.
Miré a América y luego me volví hacia Justin. —Estoy tratando de comer.
Justin se preparó para el desafío que se le presentaba. —Mi nombre es Justin. Justin Maddox.
Puse los ojos en blanco. —Sé quién eres.
—Lo sabes, ¿eh? —dijo Justin, levantando la ceja herida.
—No te hagas ilusiones. Es difícil no darse cuenta cuando cincuenta borrachos están gritando tu nombre.
Justin se sentó un poco más derecho. —Eso me sucede con frecuencia. —Puse los ojos nuevamente en blanco y Justin se echó a reír—. ¿Tienes un tic o algo?
— ¿Un qué?
—Un tic. Tus ojos no dejan de moverse. —Se echó a reír otra vez cuando me miró—. De hecho, esos son unos ojos increíbles —dijo, inclinándose pocos centímetros hacia mi cara—. ¿Qué color son? ¿Grises?
Miré a mi plato, dejando que los largos mechones de mi cabello caramelo crearan una cortina entre nosotros. No me gustaba la forma en la que me hacía sentir cuando estaba tan cerca. No quería ser como las otras chicas en Eastern que se ruborizaban en su presencia. No quería que me afectara de esa manera para nada.
—Ni siquiera pienses en eso, Justin. Ella es como mi hermana —advirtió América.
—Bebé —dijo Shepley—. Acabaste de decirle que no. Ahora no parará.
—Tú no eres su tipo —continuó ella.
Justin fingió estar ofendido. — ¡Soy el tipo de todas!
Miré hacia él y sonreí.
— ¡Ah! Una sonrisa. No soy un podrido bastardo después de todo —guiñó un ojo—. Fue un placer conocerte, Pidge. —Caminó alrededor de la mesa y se inclinó al oído de América.
Shepley lanzó una papa frita a su primo. — ¡Quita los labios de la oreja de mi chica, Justin!
— ¡Me retiro! ¡Me retiro! —Justin mostró sus manos en un gesto inocente.
Unas chicas siguieron detrás de él, riendo y pasando sus dedos por su cabello para llamar su atención. Él abrió la puerta para ellas y casi gritaron de deleite.
América se echó a reír. —Oh, no. Estás en problemas, ______.
— ¿Qué te dijo? —pregunté, cuidadosamente.
—Él quiere que la lleves a casa, ¿verdad? —dijo Shepley. América asintió y él negó con su cabeza—. Eres una chica inteligente, _______. Te lo digo ahora, si caes en su juego y terminas enojada con él, no llegues a tomártelo en contra América y yo, ¿De acuerdo?
Sonreí. —No voy a caer en su juego, Shep. ¿A caso parezco a una de esas Barbie para ti?
—Ella no caerá en su juego —le aseguró América, tocando su brazo.
—Este no es mi primer rodeo, Mare. ¿Sabes cuántas veces ha jodido las cosas para mí, porque él duerme con la mejor amiga? ¡De pronto es un conflicto de intereses salir conmigo porque es fraternizar con el enemigo! Te lo digo, _______, —me miró—, no le digas a Mare que ella no puede salir conmigo porque caíste enamorada por los coqueteos de Justin. Considérate advertida.
—Innecesario, pero se te agradece, —le dije. Traté de asegurarle con una sonrisa, pero su pesimismo se veía impulsado por los actos de Justin.
América me saludó con su mano, yéndose con Shepley mientras yo caminaba a mi clase. Entrecerré los ojos ante el sol brillante, agarré las correas de mi mochila. Eastern era exactamente lo que esperaba; desde las pequeñas aulas hasta las caras desconocidas. Era un nuevo comienzo para mí; finalmente podía caminar a algún lugar sin los susurros de los que sabían—o creían saber—acerca de mi pasado. Yo era indistinguible como cualquier otra estudiante de primer año en su camino a clase; sin miradas, sin rumores, sin lastima o criterios. Sólo la ilusión de lo que yo quería que ellos vieran: vestida de cachemira, sin sentido alguno, ________ Abernathy.
Puse mi mochila en el suelo y me derrumbé en la silla, inclinándome para tomar mi portátil de mi bolso. Cuando me levanté para ponerla en mi escritorio, Justin se sentó en el escritorio siguiente.
—Bien. Así puedes tomar apuntes por mí—dijo. Mordía una pluma y me sonrió, sin duda su mejor sonrisa.
Le lancé una mirada de disgusto. —Ni siquiera estás en esta clase.
—Qué si no. Por lo general me siento allá —dijo, apuntando con la cabeza a la fila superior. Un pequeño grupo de chicas me estaban mirando y me di cuenta de una silla vacía en el centro.
Miré a Kara, quien me veía como si mi nariz se desangraría en cualquier momento.
—Ella estaba bromeando —le dije.
Kara asintió con indiferencia y luego miró hacia el desorden de libros sobre su colcha.
—Creo que voy a tomar una ducha —le dije, agarrando una toalla y mi bolsa de baño.
—Alertaré a los medios de comunicación —bromeó Kara, manteniendo su cabeza hacia abajo.
Al día siguiente, Shepley y América se unieron a mí para el almuerzo. Tenía toda intención de sentarme sola, pero a medida que los estudiantes invadieron la cafetería, las sillas a mí alrededor estuvieron llenas por los hermanos de fraternidad de Shepley o los miembros del equipo de fútbol americano. Algunos de ellos estuvieron en la pelea, pero ninguno mencionó mi casi espectáculo en el cuadrilátero.
—Shep —dijo una voz.
Shepley asintió con la cabeza, y América y yo volteamos para ver a Justin tomar asiento al final de la mesa. Fue seguido por dos voluptuosas rubias usando camisetas Sigma Kappa. Una de ellas se sentó en el regazo de Justin y la otra se sentó junto él, acariciando su camisa.
—Creo que he vomitado un poco en mi boca —murmuró América.
La rubia en el regazo de Justin se volvió hacia América. —Te he oído, ****.
América tomó su rollo y lo arrojó al final de la mesa, rozando la cara de la chica. Antes de que la chica pudiera decir otra palabra, Justin dobló sus rodillas, enviándola al suelo.
— ¡Ay! —Chilló, mirando a Justin.
—América es mi amiga. Necesitas buscar otro regazo, Lex.
— ¡Justin! —Se quejó ella, poniéndose de pie.
Justin volvió su atención a su plato, ignorándola.
Ella miró a su hermana y resopló, después las dos se fueron de mano en mano.
Justin guiñó hacia América, como nada hubiese pasado, llevándose otro bocado a la boca. Fue entonces cuando me di cuenta de un pequeño corte en su ceja. Él intercambió miradas con Shepley y luego comenzó una conversación con uno de los chicos de fútbol frente a él.
Aunque los estudiantes en la mesa habían disminuido, América, Shepley y yo nos quedamos a hablar sobre nuestros planes de fin de semana. Justin se levantó para irse, pero se detuvo en nuestro extremo de la mesa.
— ¿Qué? —preguntó Shepley en voz alta, llevándose la mano a su oído.
Traté de ignorarlo lo mejor posible, pero cuando miré hacia arriba, Justin me estaba mirando.
—Ya la conoces, Justin. ¿La mejor amiga de América? Ella estaba con nosotros la otra noche —dijo Shepley.
Justin me sonrió en lo que supuse era su sonrisa encantadora. Él emanaba sexo y rebeldía con su pelo negro casi a rapa y brazos tatuados, y yo puse mis ojos en blanco en su intento de coquetearme.
— ¿Desde cuándo tienes una mejor amiga, Mare? —preguntó Justin.
—Desde tercer año de secundaria —respondió ella, apretando sus labios juntos mientras sonreía en mi dirección—. ¿No recuerdas, Justin? Tú arruinaste su suéter.
Justin sonrió. —Arruino una gran cantidad de suéteres.
—Asqueroso —murmuré.
Justin hizo girar la silla vacía a mi lado y se sentó, apoyando sus brazos delante de él. —Así que tú eres Pigeon, ¿eh?
—No —le espeté—. Tengo un nombre.
Parecía divertido por la manera en que contesté, lo que sólo sirvió para enfadarme más.
— ¿Y bien? ¿Cuál es? —Preguntó.
Di un mordisco por última vez a la manzana, haciendo caso omiso de él.
—Entonces es Pigeon —se encogió de hombros.
Miré a América y luego me volví hacia Justin. —Estoy tratando de comer.
Justin se preparó para el desafío que se le presentaba. —Mi nombre es Justin. Justin Maddox.
Puse los ojos en blanco. —Sé quién eres.
—Lo sabes, ¿eh? —dijo Justin, levantando la ceja herida.
—No te hagas ilusiones. Es difícil no darse cuenta cuando cincuenta borrachos están gritando tu nombre.
Justin se sentó un poco más derecho. —Eso me sucede con frecuencia. —Puse los ojos nuevamente en blanco y Justin se echó a reír—. ¿Tienes un tic o algo?
— ¿Un qué?
—Un tic. Tus ojos no dejan de moverse. —Se echó a reír otra vez cuando me miró—. De hecho, esos son unos ojos increíbles —dijo, inclinándose pocos centímetros hacia mi cara—. ¿Qué color son? ¿Grises?
Miré a mi plato, dejando que los largos mechones de mi cabello caramelo crearan una cortina entre nosotros. No me gustaba la forma en la que me hacía sentir cuando estaba tan cerca. No quería ser como las otras chicas en Eastern que se ruborizaban en su presencia. No quería que me afectara de esa manera para nada.
—Ni siquiera pienses en eso, Justin. Ella es como mi hermana —advirtió América.
—Bebé —dijo Shepley—. Acabaste de decirle que no. Ahora no parará.
—Tú no eres su tipo —continuó ella.
Justin fingió estar ofendido. — ¡Soy el tipo de todas!
Miré hacia él y sonreí.
— ¡Ah! Una sonrisa. No soy un podrido bastardo después de todo —guiñó un ojo—. Fue un placer conocerte, Pidge. —Caminó alrededor de la mesa y se inclinó al oído de América.
Shepley lanzó una papa frita a su primo. — ¡Quita los labios de la oreja de mi chica, Justin!
— ¡Me retiro! ¡Me retiro! —Justin mostró sus manos en un gesto inocente.
Unas chicas siguieron detrás de él, riendo y pasando sus dedos por su cabello para llamar su atención. Él abrió la puerta para ellas y casi gritaron de deleite.
América se echó a reír. —Oh, no. Estás en problemas, ______.
— ¿Qué te dijo? —pregunté, cuidadosamente.
—Él quiere que la lleves a casa, ¿verdad? —dijo Shepley. América asintió y él negó con su cabeza—. Eres una chica inteligente, _______. Te lo digo ahora, si caes en su juego y terminas enojada con él, no llegues a tomártelo en contra América y yo, ¿De acuerdo?
Sonreí. —No voy a caer en su juego, Shep. ¿A caso parezco a una de esas Barbie para ti?
—Ella no caerá en su juego —le aseguró América, tocando su brazo.
—Este no es mi primer rodeo, Mare. ¿Sabes cuántas veces ha jodido las cosas para mí, porque él duerme con la mejor amiga? ¡De pronto es un conflicto de intereses salir conmigo porque es fraternizar con el enemigo! Te lo digo, _______, —me miró—, no le digas a Mare que ella no puede salir conmigo porque caíste enamorada por los coqueteos de Justin. Considérate advertida.
—Innecesario, pero se te agradece, —le dije. Traté de asegurarle con una sonrisa, pero su pesimismo se veía impulsado por los actos de Justin.
América me saludó con su mano, yéndose con Shepley mientras yo caminaba a mi clase. Entrecerré los ojos ante el sol brillante, agarré las correas de mi mochila. Eastern era exactamente lo que esperaba; desde las pequeñas aulas hasta las caras desconocidas. Era un nuevo comienzo para mí; finalmente podía caminar a algún lugar sin los susurros de los que sabían—o creían saber—acerca de mi pasado. Yo era indistinguible como cualquier otra estudiante de primer año en su camino a clase; sin miradas, sin rumores, sin lastima o criterios. Sólo la ilusión de lo que yo quería que ellos vieran: vestida de cachemira, sin sentido alguno, ________ Abernathy.
Puse mi mochila en el suelo y me derrumbé en la silla, inclinándome para tomar mi portátil de mi bolso. Cuando me levanté para ponerla en mi escritorio, Justin se sentó en el escritorio siguiente.
—Bien. Así puedes tomar apuntes por mí—dijo. Mordía una pluma y me sonrió, sin duda su mejor sonrisa.
Le lancé una mirada de disgusto. —Ni siquiera estás en esta clase.
—Qué si no. Por lo general me siento allá —dijo, apuntando con la cabeza a la fila superior. Un pequeño grupo de chicas me estaban mirando y me di cuenta de una silla vacía en el centro.
—No tomaré notas por ti —le
dije, encendiendo mi computadora.
Justin se inclinó tan cerca que podía sentir su aliento en mi mejilla. —Lo siento… ¿Te ofendí de alguna manera?
Suspiré y sacudí la cabeza.
—Entonces, ¿Cuál es tu problema?
Mantuve mi voz baja. —No me acostaré contigo. Debes darte por vencido ahora mismo.
Una sonrisa se formó en su rostro antes de hablar. —No te he preguntado si dormirías conmigo —sus ojos se dirigieron al techo en concentración—. ¿O sí?
—No soy una de esas Barbie o una de tus groupies allá arriba —le dije, mirando a las chicas detrás de nosotros—. No estoy impresionada por tus tatuajes, o tu encanto, o tu forzada indiferencia, por lo que puedes detener tu plan, ¿De acuerdo?
—Está bien, Pigeon. —Él era impermeable contra a mi rudeza—. ¿Por qué no vienes con América esta noche?
Reí ante su petición, pero él se acercó más. —No estoy tratando de aprovecharme. Sólo quiero pasar el rato.
— ¿Aprovecharme? ¿Cómo consigues tener sexo hablando de esa manera?
Justin se echó a reír, sacudiendo su cabeza. —Sólo ven. Ni siquiera coquetearé contigo, lo juro.
—Voy a pensarlo.
El Profesor Chaney entró y Justin se volvió al frente de la habitación. Una sonrisa permaneció en su rostro, haciendo el hoyuelo en su mejilla notorio. Entre más reía, más quería odiarlo, sin embargo era justo eso lo que hacía imposible odiarlo.
— ¿Quién me puede decir cuál presidente tenía una amante? —preguntó Chaney.
—Asegúrate de escribir eso —susurró Justin—. Necesitaré saber eso para las entrevistas de trabajo.
—Shh —le dije, escribiendo cada palabra de Chaney.
Justin sonrió y se relajó en su silla. Mientras la hora pasaba, él alternaba entre bostezar y apoyarse contra mi brazo para mirar el monitor. Hice un esfuerzo tremendo para ignorarlo, pero su proximidad y sus abultados músculos de su brazo lo hacían difícil. Jugó con la pulsera de cuero negro alrededor de su muñeca hasta que Chaney terminó la clase.
Me apresuré hacia la puerta y el pasillo. Justo cuando me sentía a una distancia segura, Justin Maddox estaba a mi lado.
— ¿Has pensado en ello? —preguntó, colocándose sus gafas de sol.
Una pequeña morena se puso delante de nosotros, con los ojos abiertos de esperanza. —Hola, Justin —dijo, jugando con su pelo.
Me detuve, retrocediendo por su tono de voz dulce y luego caminé a su alrededor. La había visto antes, hablando normalmente en el área de los dormitorios de las chicas, Morgan Hall. Su tono de voz sonaba más maduro y me pregunté por qué ella creía que Justin encontraría su tono de niña atractivo. Ella balbuceó en una octava más alta por un tiempo más hasta que él estaba nuevamente a mi lado.
Sacando un encendedor de su bolsillo, él encendió un cigarrillo y exhaló una nube espesa de humo. — ¿En dónde estaba? Ah, sí… tú estabas pensando.
Hice una mueca. — ¿De qué estás hablando?
— ¿Has pensando en venir?
—Si digo que sí, ¿Dejarás de seguirme?
Consideró mi estipulación y luego asintió. —Sí.
—Entonces iré.
— ¿Cuándo?
Suspiré. —Esta noche. Iré esta noche.
Justin sonrió y se detuvo en seco —Genial. Te veré después, Pidge —gritó detrás de mí.
Doblé la esquina para ver a América junto a Finch fuera de mi dormitorio. Nosotros tres terminamos en la misma mesa en clase de orientación para primer año, y supe que él sería la tercera rueda a nuestra bien engrasada máquina. Él no era excesivamente alto, pero aun así mucho más que mi metro con sesenta y cuatro centímetros. Sus ojos redondos compensaban sus rasgos delgados y finos, y su pelo teñido por lo general era estilizado por la parte delantera.
— ¿Justin Maddox? Jesús, ________, ¿Desde cuándo comenzaste a pescar en la parte profunda? —dijo Finch, con desaprobación en sus ojos.
América sacó el chicle de su boca en una larga cuerda. —Sólo lo estás empeorando por ignorarlo. Él no está acostumbrado a eso.
— ¿Qué sugieres que haga? ¿Dormir con él?
América se encogió de hombros. —Te ahorrará tiempo.
—Le dije que iría esta noche.
Finch y América intercambiaron miradas.
— ¿Qué? Él prometió dejarme de molestar si decía que sí. Tú irás esta noche, ¿verdad?
—Bueno, sí —dijo América—. ¿En verdad vendrás?
Sonreí y pasé junto a ellos hacia el dormitorio, preguntándome si Justin podría cumplir su promesa de no coquetear. Él no era difícil de descifrar; o él me veía como un reto, o lo suficientemente un atractiva para ser una buena amiga. No estaba segura cuál me molestaba más.
Justin se inclinó tan cerca que podía sentir su aliento en mi mejilla. —Lo siento… ¿Te ofendí de alguna manera?
Suspiré y sacudí la cabeza.
—Entonces, ¿Cuál es tu problema?
Mantuve mi voz baja. —No me acostaré contigo. Debes darte por vencido ahora mismo.
Una sonrisa se formó en su rostro antes de hablar. —No te he preguntado si dormirías conmigo —sus ojos se dirigieron al techo en concentración—. ¿O sí?
—No soy una de esas Barbie o una de tus groupies allá arriba —le dije, mirando a las chicas detrás de nosotros—. No estoy impresionada por tus tatuajes, o tu encanto, o tu forzada indiferencia, por lo que puedes detener tu plan, ¿De acuerdo?
—Está bien, Pigeon. —Él era impermeable contra a mi rudeza—. ¿Por qué no vienes con América esta noche?
Reí ante su petición, pero él se acercó más. —No estoy tratando de aprovecharme. Sólo quiero pasar el rato.
— ¿Aprovecharme? ¿Cómo consigues tener sexo hablando de esa manera?
Justin se echó a reír, sacudiendo su cabeza. —Sólo ven. Ni siquiera coquetearé contigo, lo juro.
—Voy a pensarlo.
El Profesor Chaney entró y Justin se volvió al frente de la habitación. Una sonrisa permaneció en su rostro, haciendo el hoyuelo en su mejilla notorio. Entre más reía, más quería odiarlo, sin embargo era justo eso lo que hacía imposible odiarlo.
— ¿Quién me puede decir cuál presidente tenía una amante? —preguntó Chaney.
—Asegúrate de escribir eso —susurró Justin—. Necesitaré saber eso para las entrevistas de trabajo.
—Shh —le dije, escribiendo cada palabra de Chaney.
Justin sonrió y se relajó en su silla. Mientras la hora pasaba, él alternaba entre bostezar y apoyarse contra mi brazo para mirar el monitor. Hice un esfuerzo tremendo para ignorarlo, pero su proximidad y sus abultados músculos de su brazo lo hacían difícil. Jugó con la pulsera de cuero negro alrededor de su muñeca hasta que Chaney terminó la clase.
Me apresuré hacia la puerta y el pasillo. Justo cuando me sentía a una distancia segura, Justin Maddox estaba a mi lado.
— ¿Has pensado en ello? —preguntó, colocándose sus gafas de sol.
Una pequeña morena se puso delante de nosotros, con los ojos abiertos de esperanza. —Hola, Justin —dijo, jugando con su pelo.
Me detuve, retrocediendo por su tono de voz dulce y luego caminé a su alrededor. La había visto antes, hablando normalmente en el área de los dormitorios de las chicas, Morgan Hall. Su tono de voz sonaba más maduro y me pregunté por qué ella creía que Justin encontraría su tono de niña atractivo. Ella balbuceó en una octava más alta por un tiempo más hasta que él estaba nuevamente a mi lado.
Sacando un encendedor de su bolsillo, él encendió un cigarrillo y exhaló una nube espesa de humo. — ¿En dónde estaba? Ah, sí… tú estabas pensando.
Hice una mueca. — ¿De qué estás hablando?
— ¿Has pensando en venir?
—Si digo que sí, ¿Dejarás de seguirme?
Consideró mi estipulación y luego asintió. —Sí.
—Entonces iré.
— ¿Cuándo?
Suspiré. —Esta noche. Iré esta noche.
Justin sonrió y se detuvo en seco —Genial. Te veré después, Pidge —gritó detrás de mí.
Doblé la esquina para ver a América junto a Finch fuera de mi dormitorio. Nosotros tres terminamos en la misma mesa en clase de orientación para primer año, y supe que él sería la tercera rueda a nuestra bien engrasada máquina. Él no era excesivamente alto, pero aun así mucho más que mi metro con sesenta y cuatro centímetros. Sus ojos redondos compensaban sus rasgos delgados y finos, y su pelo teñido por lo general era estilizado por la parte delantera.
— ¿Justin Maddox? Jesús, ________, ¿Desde cuándo comenzaste a pescar en la parte profunda? —dijo Finch, con desaprobación en sus ojos.
América sacó el chicle de su boca en una larga cuerda. —Sólo lo estás empeorando por ignorarlo. Él no está acostumbrado a eso.
— ¿Qué sugieres que haga? ¿Dormir con él?
América se encogió de hombros. —Te ahorrará tiempo.
—Le dije que iría esta noche.
Finch y América intercambiaron miradas.
— ¿Qué? Él prometió dejarme de molestar si decía que sí. Tú irás esta noche, ¿verdad?
—Bueno, sí —dijo América—. ¿En verdad vendrás?
Sonreí y pasé junto a ellos hacia el dormitorio, preguntándome si Justin podría cumplir su promesa de no coquetear. Él no era difícil de descifrar; o él me veía como un reto, o lo suficientemente un atractiva para ser una buena amiga. No estaba segura cuál me molestaba más.
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Hola .! como estan? espero que super bien :) A QUE NO SABEN.!! CONSEGUI LAS ENTRADAS PARA SHAAAASTEMM.!!! YEEAAHH Fila 70 asiento 14 :) el lo mejor que pude conseguir por internt :) no me importa mucho la distancia - igual muuy lejos no estoy- lo importante es que pude conseguirlas :)
Ustedes? que me cuentan de lindo?
Un beso sexys espero que comenten Bye
Iris Grau : Oww que lindo que te guste :D espero que este te guste mas :) besooo
Natalia Gonzalez : Que bueno que te guste : ) Gracias por leerla .. otra vez xD yo generalmente me leo los libros y luego las adaptaciones y no es lo mismo son dos cosas muy distintas pero ojo son geniales ambas :D
Un places es ser una de sus lectoras señorita :) y si la demas voy a ver cuando la voy a poder seguir ahora con el cole se me complica un poco pero voy a tratar de seguirla Un besooo grande Naty y me alegra que estes de vuelta :) Byeee
Juelou mi amore!
ResponderEliminarhan pasado como 10 minutos desde que has publicado y me siento jkskfdkak al comentar ahora hahah
Solo decirte que es un amor esta novela!!
Enserio, gracias por publicar y un besote grandote!
Espero que la sigas pronto ^^
Ai lof iu! <3
-Nats
Me encanta aver que pasara entre ellos dos eehh
ResponderEliminarSiguela plisss!!!!!!!!!!!!!!